Victoria Federica ha ido a los toros. Poca novedad, la afición de la hija de infanta Elena por esta vergonzante y sádica tradición es conocida. Madrid celebra la Feria de San Isidro en Las Ventas, y la cuestionada chica anuncio ha movido los hilos para asistir gratis, como siempre. En esta ocasión lo tenía fácil, uno de los toreros era muy especial para ella. Es un rollete, un novio, un amigo especial: Andrés Roca Rey. El mismo que destapó el nivel de gorroneo de la Marichalar, de hecho. Fue a enviar energías al peruano, persignándose compulsivamente y besando una cadena con medalla de oro con motivos religiosos. No dejaba de mirarlo y de enviarle señales. El tipo, pendiente de asesinar al toro y de evitar la venganza del animal, seguro que la veía perfectamente: el vestido naranja bombona de butano era visible desde la Estación Espacial Internacional. Discreta.
Discreta pero con el show incorporado, claro. Un espectáculo que tuvo lugar antes de que Vic ocupara su localidad. La joven intentaba acceder al control de entrada rodeada de reporteras que la freían a preguntas. O más bien a massajitos del tipo "qué guapa, qué guapa". No la dejaban en paz, eso es verdad. La respuesta, sin embargo, era igual o menor a cero. Con un matiz importante: empezó a sufrir angustia. Una de naturaleza extraña, no dejaba de sonreír mientras giraba sobre si misma, buscando a alguien que la ayudara a avanzar y librarse de los periodistas. A ver, que teniendo en cuenta sus antecedentes (también el de su maestra y madre Elena), que no insultara a nadie ya es un paso de gigante. Debe ser que, como ahora va de modelo y tal, se tiene que contener las ganas de brega.
Vic, una "superestrella" nada profesional, no da la talla
Victoria va de superestrella por la vida, pero desgraciadamente para ella no tiene hechuras, ni madera, ni carisma. Solo tiene un apellido muy pomposo, un abuelo protector con una reputación espantosa y un tío rey que no la quiere a menos de un kilómetro de su casa. De hecho, si fuera por Felipe VI y Letizia, acompañaría a Froilán en Abu Dabi mañana mismo. Las celebrities, las de verdad, son auténticas profesionales: saben como comportarse en público, como tratar a los fans y, sobre todo, como dar cuartelillo a la prensa sin que interfieran en sus rutinas. Ella no cumple ninguno de estos requisitos, no es buena porque nunca ha destacado trabajando, ni preparándose, ni nada. Dirán que no viene al caso, pero recuerden el papelón ofreciendo su primer discurso durante un acto benéfico: incluso Ana Rosa le recomendó que lo dejara correr, que hacía el ridículo. Tú sí que (no) vales.
La frase patética de Victoria Federica, define perfectamente su vida
El caso es que ver a Victoria en el exterior de la plaza fue patético, especialmente por la frase que soltó mientras era interrogada y saludada por fans octogenarios: "¿Qué hago?" La oración es pueril y penosa, pero mucho peor la voz de hermanita de la caridad con la que pronunciaba las dos palabras que definen perfectamente su vida. Podría añadir un "demonios" y todavía sería más acertada, la verdad. En todo caso, imbuidos de un sentimiento de solidaridad y de servicio público, le responderemos educadamente desde EN Blau: Chica, pues entrar a la plaza y sanseacabó. No le des más vueltas. Ya que no tienes la mínima educación de responder a tus aduladores, solo te queda esta opción.
Victoria Federica sufre un pequeño 'ataque de nervios' en Las Ventas: "¿Qué hago?" https://t.co/NrwvoWovLq
— CHANCE (@CHANCE_es) May 10, 2023
Vic no es Beyoncé, ni Shakira ni Rihanna. No lo será nunca, como tampoco será reina. Cuando antes lo entienda, mejor.