Victoria Federica lo ha vuelto a hacer. La hija de la infanta Elena pasa de todo y durante el confinamiento se ha saltado las normas una vez tras otra. Primero decidió abandonar Madrid, principal foco del coronavirus en España, para instalarse con su novio, el DJ Jorge Bárcenas, en una finca de un pequeño pueblo de Jaén en pleno estado de alarma. Después dejó que le hicieran fotos en una peluquería de la misma localidad, sin guantes ni mascarilla, aunque no son obligatorios en este tipo de establecimientos. Y ahora ha decidido que estaba harta de los aires andaluces y ha regresado la capital española aunque lo tenía prohibido.
Los viajes entre provincias no están permitidos hasta que termine la desescalada. Tampoco se permiten los desplazamientos entre territorios que se encuentren dentro de una misma región sanitaria pero en diferentes fases. Y la pequeña de los Marichalar se lo ha pasado todo por el forro y se ha marchado de Jaén (fase 2) a Madrid (fase 1) porque le ha dado la gana. Lo ha revelado la revista Hola, que publica las imágenes de la sobrina de Felipe VI en una terraza de un bar madrileño. Pero lo que no explica este medio es que la temeridad de Victoria Federica habría acabado en sanción si en vez de ser una Borbón fuera una ciudadana anónima con las mismas obligaciones que el resto. Y es que las multas por saltarse las reglas del confinamiento van de los 601 a los 30.000 euros.
La sobrina rebelde de Felipe y Letizia se cree intocable y no es nada extraño. Es lo que ocurre cuando nada de lo que hace tiene consecuencias.