El futuro entierro de Juan Carlos I genera un intenso debate, marcado por su compleja situación personal y el simbolismo de su figura histórica. A sus 87 años, el exmonarca se enfrenta a problemas de salud, además de las consecuencias de su vida en el exilio. Su principal preocupación, según fuentes cercanas, es preservar una imagen digna, evitando que se difundan imágenes de él en una silla de ruedas, lo que considera una humillación.

El deseo de Juan Carlos I de tener un funeral de Estado a la altura de figuras como la reina Isabel II parece complicado. Su salida de la vida activa de la familia real y su abdicación limitan las posibilidades de que reciba los honores de un monarca reinante. En este contexto, su despedida podría ser más sobria, similar a la ceremonia de su cuñado, Constantino de Grecia, marcada por la discreción y la intimidad.

Juan Carlos silla de ruedas
Juan Carlos en silla de ruedas

Juan Carlos I quiere ser enterrado en El Escorial

Según el protocolo, el exmonarca será homenajeado con honores militares, aunque bajo el título de Príncipe de Asturias, reflejo de su posición tras la abdicación. Esta designación plantea dudas sobre la magnitud del evento, ya que el Gobierno decidirá la categoría oficial de la ceremonia. No obstante, la familia real parece inclinarse por un acto más íntimo, reservado para sus seres queridos, aunque los honores militares serán inevitables dada su trayectoria.

Uno de los mayores dilemas es el lugar donde será inhumado. Aunque Juan Carlos I desea ser enterrado en el panteón de los Borbón del Monasterio de El Escorial, este se encuentra completo, lo que complica su petición. Además, la reina Sofía ha expresado su voluntad de no ser enterrada en dicho lugar, generando aún más incertidumbre sobre el destino final de ambos exmonarcas.

el escorial
El Escorial

Con El Escorial lleno, estas son las otras dos opciones que se barajan para enterrar al emérito

Entre las posibles soluciones se ha hablado de ampliar el panteón, aunque esta opción no parece ser prioritaria. Según Marina Fernández, experta en protocolo, Zarzuela baraja dos alternativas viables. La primera es la Catedral de La Almudena, en pleno centro de Madrid, un lugar significativo y cargado de historia, donde podrían rendirse los honores correspondientes a un exrey.

La segunda opción propone habilitar un espacio específico en el Palacio Real, lo que representaría una elección simbólica que conectaría la memoria de Juan Carlos I con el legado de la monarquía española. Esta alternativa destacaría su papel como figura clave de la transición democrática, sin alejarlo del núcleo histórico y político del país.