Son muchas las voces que han cuestionado el carácter que la reina Letizia muestra en sus apariciones públicas. Las opiniones de que su actitud es falsa han corrido como la pólvora. Sus sonrisas al público y a las cámaras han sido puestas en duda en incontables ocasiones. Será que en su momento no logró asimilar todos los conceptos cuando recibió formación en este aspecto.

Cuando Letizia se comprometió con el entonces príncipe Felipe, no logró entrar con buen pie en la familia real. Muchos la miraban con recelo, especialmente los reyes Juan Carlos I y Sofía. Nunca vieron con buenos ojos que fuera periodista, republicana, plebeya y nieta de un taxista. Estaba muy lejos de los estándares reales que consideran imprescindibles en la casa real.

Felipe y Letizia de novios

Letizia se somete a clases para aprender a ser reina

En su momento, se intentó desacreditar a Letizia mediante investigaciones de su pasado. Juan Carlos I encargó varios informes al CNI para sacar sus trapos sucios. Pero Felipe fue claro en este aspecto: estaba dispuesto a renunciar a la corona si no le permitirían seguir adelante con la relación.

Ante este panorama, los altos cargos de Zarzuela consideraron que era necesario que Letizia, para adaptarse a su nuevo rol, ya que nunca había formado parte de la aristocracia, debía seguir clases de protocolo en muchos aspectos.

Su sonrisa fue uno de los aspectos más difíciles de mejorar

La reina Sofía asumió la tarea de enseñarle a comportarse en la mesa, a utilizar correctamente los cubiertos y a actuar con elegancia y solemnidad en los eventos oficiales. Pero hubo un aspecto que resultó especialmente difícil de perfeccionar: su expresión facial y, en particular, su sonrisa. Para corregir este aspecto, se contrató a un especialista en expresión facial.

Letizia con vestido rojo

Este profesional, un experto en comunicación no verbal y lenguaje corporal, trabajó durante meses con Letizia para enseñarle a sonreír de forma natural y convincente. El entrenamiento incluyó técnicas para relajar los músculos faciales, controlar la tensión en la mandíbula y lograr que su sonrisa pareciera menos rígida. También se le enseñaron estrategias para que su lenguaje corporal reflejara calidez y cercanía en sus interacciones con el público.

El trabajo con este especialista no solo ha tenido como objetivo mejorar su imagen, sino también hacer que Letizia se sienta más cómoda y segura en sus apariciones públicas. Se buscaba que, en lugar de sonrisas mecánicas, la reina proyectara una actitud auténtica y empática. A pesar del esfuerzo invertido, las críticas no han desaparecido del todo. Para muchos, la sonrisa de Letizia sigue pareciendo calculada, y su expresión a menudo transmite tensión.