El funeral de Juan Gómez-Acebo, celebrado el pasado 8 de septiembre, ha puesto de manifiesto, una vez más, la tensa relación entre la reina Letizia, el rey Felipe VI y el resto de la familia real española. Este evento, que se dividió en dos partes —una íntima por la mañana en San Isidro y otra más abierta por la tarde en la Iglesia Catedral de las Fuerzas Armadas de Madrid—, fue escenario de nuevos desplantes que evidencian el malestar de Letizia con su entorno.
La reina Letizia decidió no asistir al acto matutino, que era más íntimo y requería la máxima representación de la monarquía. En su lugar, solo apareció en la ceremonia de la tarde, una decisión que ha sido interpretada por muchos como un claro gesto de distanciamiento. Letizia, sin embargo, se siente humillada por la Casa Real, no solo por la falta de apoyo público ante las acusaciones que pesan sobre ella, sino también por el trato que ha recibido en este tipo de eventos.
La reina Letizia, abandonada por la institución
Uno de los episodios más dolorosos para Letizia en los últimos tiempos fue la famosa fotografía del ‘pacto de Zarzuela’, captada durante la boda de Victoria López-Quesada, ahijada del rey Felipe VI, y Enrique Moreno de la Cova Ybarra. En dicha imagen, aparecían el rey Felipe, las infantas Elena y Cristina, y la reina Sofía, mientras Letizia estaba fuera del país representando a España en los Juegos Paralímpicos. Para Letizia, esta foto simboliza un intento de mostrar una unidad en la familia real que la excluye deliberadamente, y lo considera una clara humillación pública.
A esta situación se suman las acusaciones lanzadas por Jaime del Burgo, quien sugirió la existencia de presuntas infidelidades por parte de la reina Letizia. La falta de una defensa por parte de la Casa Real ha dejado a la consorte en una situación vulnerable, donde el silencio institucional parece dar validez a las acusaciones, debilitando aún más su imagen pública y generando una creciente incomodidad.
La reina Letizia, ignorada por protocolo y en el centro de todas las miradas
Durante el funeral de Juan Gómez-Acebo, Zarzuela tampoco tomó medidas para aliviar la situación. La organización del evento no contempló de manera efectiva la posible participación de Letizia en los actos, dejándola en un limbo que acentuó su aislamiento. Al no asistir al acto íntimo de la mañana, su ausencia fue notoria y comentada por muchos de los asistentes. Por la tarde llegó junto a Felipe VI, pero una vez dentro, cada uno estuvo por su cuenta. Mientras que desde Casa Real no implementó ninguna estrategia para hacer que su falta de presencia por la mañana pasara desapercibida.
El hecho de que Letizia estuviera aislada y prácticamente sola durante la velada vespertina no hizo más que intensificar su sensación de desamparo. Los altos cargos de Zarzuela ni siquiera se plantearon una gestión para mejorar su posición en el protocolo o evitar que se evidenciara su distanciamiento del resto de la familia. Como con las revelaciones de Del Burgo, Casa Real mantuvo silencio, dejándola en evidencia una vez más.