La reina Sofía, madre de Felipe VI, ha dejado claro que no seguirá la tradición dinástica que marca el destino final de los grandes monarcas españoles. Según sus instrucciones, no será enterrada en el Panteón de los Reyes de El Escorial, rompiendo así con una costumbre centenaria de la Casa Real.
Durante décadas, Sofía de Grecia fue un pilar silencioso de la monarquía: siempre en silencio al lado de Juan Carlos I, sacrificando su vida personal en nombre de la institución y tragando con un sinfín de humillaciones. Una vida de entrega que ha tenido momentos muy duros en los últimos años. El deterioro de su círculo más íntimo, la muerte de su hermano Constantino y la enfermedad de su hermana Irene, la han llevado a una profunda reflexión sobre su existencia, su legado y su muerte.

La última voluntad de la reina Sofía pasa por alejarse de Juan Carlos I
En este sentido, en lugar de un mausoleo de mármol entre reyes y reinas, Sofía ha elegido algo mucho más íntimo y personal: desea ser incinerada y que sus cenizas sean esparcidas en las aguas del mar Egeo. Esta decisión es un regreso simbólico a sus raíces griegas, una reafirmación de su identidad que, pese a décadas en España, jamás dejó de ser una parte esencial de ella. Además, no quiere, bajo ningún concepto, pasar la eternidad al lado de Juan Carlos I.
El emérito, por su parte, a pesar del escándalo y el exilio, aún aspira a ser enterrado en El Escorial, soñando con un adiós que refuerce su imagen de gran monarca. Quiere un funeral de estado a la altura del que tuvo Isabel II en Inglaterra.

Sofía no quiere estridencias, algo íntimo y discreto, como su reinado
En cambio, Sofía rechaza cualquier intento de grandeza póstuma. No desea espectáculos, ni homenajes de Estado, ni reposar bajo una losa de oro y piedra. Su última voluntad es sencilla, íntima y profundamente coherente con la humildad que ha caracterizado su vida pública. Frente a los protocolos y a los símbolos de poder, ella elige el recuerdo discreto lejos de la persona que la ha humillado constantemente a lo largo de los años y sin contemplaciones.