Son momentos muy complicados para Letizia. Cuando creía que todo iba bien y había conseguido posicionar en un buen lugar a la corona, protegiendo el futuro reinado de Leonor, alguien se encarga de hacer trizas todo su trabajo. A finales del mes de octubre, cuando preparaba la fiesta por la jura de la Constitución de su hija y su mayoría de edad, se filtró que Jaime del Burgo iba a ceder su testimonio a Jaime Peñafiel para su último libro, pero además estaba dispuesto a hablar en sus redes sociales y destapar el mayor escándalo de Zarzuela, hasta entonces un secreto oculto.
Letizia intentó frenarle personalmente, pero Jaime del Burgo, por alguna extraña razón, estaba dispuesto a hacer justicia. El abogado rompió su silencio y aseguró que la reina había sido infiel a Felipe con él durante varios años. De hecho, según su versión tenían planes de marcharse a Miami y formar una familia mediante la gestación subrogada. La monarca ya estaba embarazada de Leonor en ese momento. El rey descubrió la infidelidad en 2012, cuando vivieron su gran crisis en el matrimonio.
Desde entonces el carácter de Letizia ha cambiado por completo, se ha mantenido siempre en un segundo plano totalmente desenfocado, como antes hacía Felipe con ella. Ahora obedece todas las órdenes de su marido sin rechistar. Siempre a su sombra, agarrada de su brazo, así llegó el pasado lunes 8 de abril a la misa funeral en homenaje a Fernando Gómez Acebo, el primo del rey que falleció tristemente el pasado mes de marzo.
Los Borbón dan la espalda a Letizia, una reina en las últimas
Felipe se reunió con toda su familia. Juan Carlos, la reina Sofía, Irene de Grecia, las infantas Elena y Cristina, incluso algunos de sus sobrinos, como Victoria Federica o Froilán. El monarca estaba en su ambiente, Letizia totalmente desubicada. Incluso estaba la familia de la infanta Pilar y de la infanta Margarita, con quien no tiene buena relación desde el incidente de Palma de Mallorca.
Las cámaras pudieron ser testigos, por lo menos en el exterior de la soledad de una reina derruida. Nadie quería a la monarca. Nadie la apoyaba, estaba totalmente sola. Le dieron la espalda. Y es que tampoco se alegraban mucho de su presencia, aunque no la pudiesen frenar. Era irremediable. Si no iba, sería muy criticada, pero si asistía a la iglesia más.
Si decidía no asistir al funeral quedaba claro que su relación con la familia y con Felipe estaba totalmente rota. Por este motivo, es Zarzuela quien obligó a Letizia a coger del brazo a su marido y acudir con el resto de familiares a la iglesia. Tenían que dejarse ver juntos, apoyándose en un momento tan duro para la familia, para zanjar todo tipo de rumores. Nada puede afectar a la institución.