Fue hace ya muchos años cuando la familia real española llegó un acuerdo con el gobierno balear en el que se firmó un pacto. Y el pacto no era otro que, para que la familia real española pudiera disfrutar el Palacio de Marivent, que no es propiedad de la familia real sin otro gobierno balear, a cambio la familia real debería intentar fomentar el turismo en la isla.

No es casualidad entonces que cada año se realicen diferentes actos en este sentido, y uno de los más habituales es ver como la familia real opta por salir a cenar alguno de los mejores restaurantes de la capital mallorquina.

En este sentido, cabe tener en cuenta que, por mucho que, como ha ocurrido recientemente en la cena del pasado domingo, todos y cada uno de los que acuden a este evento intenten lucir la mejor de sus sonrisas, no es que sea ningún secreto que la realidad es muy diferente, entre otras cosas porque no deja de ser una especie de teatrillo pensado más para la foto de entrada y salida del restaurante que para otra cosa.

Letizia no quería saber nada de la cena

Teniendo en cuenta que la familia real está teniendo una importante presencia en los Juegos Olímpicos de París, no fueron pocos los que aseguraron que iba a ser muy difícil que coincidieran en Palma de Mallorca.

Felipe y Letizia cena Mallorca
Felipe y Letizia cena Mallorca

Finalmente lo hicieron el domingo por la noche para una cena ‘por sorpresa’ a la que acudieron Felipe, Letizia, la princesa Leonor y la infanta Sofía, la Reina Sofía, Irene de Grecia y la princesa Tatiana Radziwill y su marido, el doctor Jean Henri Fruchaud.

Evidentemente desde la casa real no han apuntado nada al respecto, pero son varios los expertos en la casa real que asegura que no deja de ser un paripé obligado por Zarzuela, entre otras cosas porque la relación entre Felipe y Letizia está más que rota desde hace ya mucho tiempo, que Letizia está muy cansada de tener que fingir pasar buenos ratos con su familia política y que incluso la infanta Sofía y la princesa Leonor están empezando ya a tener una vida propia hijas de un matrimonio separado, es decir, pasando unos días con su madre y luego unos días con su padre.