Los expertos en la vida real han dedicado extensos análisis a las asistencias financieras que proporcionaba (y sigue proporcionando) el rey emérito Juan Carlos I a sus hijas Elena y Cristina, así como a sus descendientes. Se rumorea que ha cubierto gastos relacionados con la educación, así como caprichos como automóviles o caballos. Todo ello financiado con dinero opaco que Juan Carlos I nunca ha declarado al fisco y que ha ocultado en paraísos fiscales.
En este contexto, es pertinente recordar que Juan Carlos I ordenó construir una pista de equitación y varios establos para que la infanta Elena, gran entusiasta de los caballos, pudiera alojar allí su colección equina. Y muchos se han preguntado si era el Palacio de la Zarzuela, con el dinero de los contribuyentes, quien se hacía cargo del mantenimiento de las instalaciones y los animales. Pues bien, según informó Vanitatis, es la infanta Elena quien paga las facturas llenas de ceros que genera este pequeño complejo hípico de la hermana mayor del rey Felipe VI.
La infanta Elena paga el mantenimiento del establo de Zarzuela donde tiene a sus caballos
Elena ha tenido repartidos sus caballos entre la Zarzuela y el Club de Campo, donde se exige un pago de 2.500 euros de fianza para montar allí a cada caballo y una media de unos 800 euros para costear el box donde descasan y comen. El veterinario, el herrador y el profesor se pagaban aparte.
Para reducir este gasto, Juan Carlos I construyó las instalaciones mencionadas. Y pese a que mantenerlos aquí tenía un coste menor que en el Club de Campo, era Elena quien ha corrido con los gastos de la alimentación, del coste del veterinario y del de un mozo que los cuidaba. La infanta ha estado pagando las facturas de varios ceros que le llegan desde Zarzuela para mantener el capricho de Elena. Recogía Vanitatis que la inversión de Elena era menor de la que hubieran requerido para competir en unos Juegos Olímpicos.