Boris Johnson es el Primer Ministro del Reino Unido desde 2019, pero su fama, por decirlo de alguna manera, es anterior a que ocupara el número 10 de Downing Street. Su larga etapa de 8 años como alcalde de Londres dejó una cantidad ingente de documentos que retrataban su excentricidad. Después pasaría a ocupar la cartera de Exteriores en plena batalla por el Brexit, del que ha sido uno de sus máximos defensores e impulsores. Y de aquí a ser el number one del ejecutivo británico, convertido en una estrella rutilante y en una copia de Donald Trump: los dos delirantes, los dos rubios y despeinados, los dos muy de derechas y los dos nacidos en Nueva York. Ah, sí: y los dos en declive.
El cuento de hadas de Johnson apunta a un final trágico y fulminante. Las fiestas en su residencia oficial durante la pandemia y con las restricciones vigentes están a punto de hacer rodar su cabeza. Unas jaranas en las que él también participó, aunque intente quitar hierro a lo que llama como 'el vinito de los viernes'. El problema es que cada minuto que pasa aparecen nuevas juergas en su domicilio. Algunas incluso en las que él no estaba presente, pero que autorizó. Vaya, como si aquello fuera una zona de botellón para VIPS. Los miembros de su partido y especialmente el núcleo duro conservador se lo quiere cargar y ya tienen sustituta a punto. Ahora bien, Boris no se rendirá fácilmente. Su táctica es dejar correr el tiempo y confiar en la amnesia colectiva para pasar página, además de cargarse a funcionarios para limpiar su imagen. No se le ve nada preocupado. Más bien, todo lo contrario.
Johnson, de 57 años, casado en terceras nupcias y con 7 hijos que alimentar, no es de este mundo. De hecho se ajusta más a un extraterrestre que a un ser humano como usted o como yo. Sólo así podemos entender su actitud despreocupada frente a la tormenta que amenaza con liquidar su mandato y enviarlo a la trituradora de la historia, cuando menos como máximo mandatario del Reino Unido. En vez de mantener un perfil bajo y no llamar la atención, no se puede aguantar y protagoniza nuevos shows que, si bien no tendrían que afectar a su actividad profesional, subrayan que es un personaje más apto para la comedia que para gobernar una potencia mundial. ¿Por qué lo decimos? Porque sólo él puede salir a pasear al perro con esta indumentaria, cuando sabes que eres el hombre más buscado y fotografiado del momento.
Londres, 17 de enero de 2022. Ya se pueden imaginar que hace un frío de mil demonios. Un hecho que no encoge a Boris, que sale de casa con calzoncillos largos (o traje de baño), calcetines de ejecutivo y zapatillas deportivas con el animal que convive con él. No crean que no se protege de las bajas temperaturas: lleva un jersey y un gorro de lana. El conjunto es un delirio, pero para acabar de arreglarlo el hombre va corriendo entre paparazzi. Normal, debía tener las piernas a punto de helarse. Es todo tan freak que mejor que lo vean en fotografías.
El terror son los ojos del perro de Boris Johnson cuando lo saca para hacer ejercicio. pic.twitter.com/nn71U7nrkk
— George Kaplan (@GeorgeKplan) January 18, 2022
Boris Johnson huyendo a los pauses de la Unión Europea antes de dimitir y quedarse sin fiesta
— ���� Bat-uitero���� (@Bat_wittero) January 18, 2022
¡Corre perro corre! ... y el perrete también pic.twitter.com/vFDJ75cpRg
No sé porqué #BorisJohnson corre detrás de su perro en mitad de la noche y en calzoncillos... Pero si digo lo que pienso, me cierran la cuenta. 😬😶 pic.twitter.com/pi8hxOfvni
— Luk Anikos (@Luk_Anikos) January 18, 2022
No sabemos si llegará al verano como Primer Ministro, pero si esto acaba pasando ya pueden imaginarse su vestuario: chaqueta de plumón, bufanda y orejeras con chancletas. Es el Johnson style. Pobre perro, por cierto.