Quim Monzó, genio de las letras, uno de los escritores más importantes en literatura catalana, tiene dos grandes pasiones: la buena manduca y la lengua catalana. De la segunda lo acreditan sus libros y escritos. De la primera, él mismo informa a menudo de las delicias que se pueden encontrar en según qué restaurantes de Barcelona. A menudo, en las redes sociales, confluyen las dos cosas. Hace unas semanas, en una conversación con Jordi Basté, habló de uno de sus restaurantes de cabecera, un restaurante chino. Pensar en ellos le generó una reflexión sobre la lengua, y sobre lo que hacen algunos catalanes, que es para que todos pensemos y le pongamos remedio: "Hay dos hijos, o dos nietos, que eran pequeños, cuando empecé a ir no levantaban dos palmos del suelo. A veces, cuando yo salía a hacer un piti, salían como para buscar conversación. Bien, estos chicos ya han pasado por la escuela y hablan un catalán excelente... Pues, evidentemente ningún puto catalán de estos que va, se les dirige en catalán, porque claro está, 'como ven que son chinos'... ¿Sabes este racismo catalán? Como tienen rasgos faciales que consideran orientales... 'no seamos violentos y le hablemos en catalán'", decía, imaginando qué deben pensar los chicos del restaurante: "Deben pensar: 'Y ¿ entonces, por qué cojones he estudiado esta lengua'?".

Quim Monzó TV3

Monzó también se fija a menudo en los carteles, anuncios o cartas de los restaurantes y en qué ponen en catalán. A menudo, de manera hilarante, pone el acento en algunas frases o nombres en los cuales se ha fijado:

Recientemente, el escritor ha recibido una llamada comercial por parte de una operadora telefónica. Su sorpresa (e incluso rareza) fue que se dirigieron a él en catalán, punto débil que le lleva a decir que sí a todo, después de que le hayan hecho "la pelota hablándome en catalán":

Quim se emociona si le quieren vender el pescado, o un cambio de compañía telefónica, en catalán. O si ve un menú de un restaurante en catalán... Pero a veces hay quien se pasa de la raya. Porque una cosa es catalanizar los nombres de los platos y la otra, traducir sin tapujos sin revisarlo mínimamente. Y eso es lo que ha visto en la carta de un restaurante: había 'ensalada de la casa', 'caracoles' o 'ensalada verde'. Pero al lado de estos platos, otro. Un plato típico de Madrid. Unos callos, que algunos denominan en Catalunya tripes, aunque no se suelen traducir. Pero que chirría de mala manera y duele a los ojos verlo como calls (juderías). ¿Lo mejor? La sorna habitual de Monzó: "Por un precio tan bajo, te los deben servir sin sinagogas", dice en referencia a las juderías:

La red ha alucinado... y se ha abonado: