Lo dijimos hace unos días, horas antes de la Nochebuena. El futbolista del Athletic de Bilbao, Iñaki Williams, es un ídolo. Y merecidamente. Su felicitación navideña caracterizado como el Olentzero (el equivalente vasco de Papá Noel) fue genial, muy aplaudida y, lo que es más importante, una sonora colleja a los fundamentalistas de extrema derecha españoles empeñados en representar las tradiciones desde un punto de vista xenófobo y asqueroso. Pero si alguien pensaba que se trataba de un gesto sin importancia o casual, que se lo haga mirar, porque no conoce a Iñaki. Nacido en Bilbao y criado en Pamplona, Williams no olvida sus orígenes familiares: una historia de lucha, de peligro, de asumir riesgos y de dejarse la piel por un futuro mejor. En el caso del deportista, la historia de una madre embarazada (y de su padre) que se jugaron literalmente la vida abandonado Akra, en Ghana, buscando el 'sueño europeo', recorriendo el desierto hasta llegar a Melilla y saltando la valla que les separaba de Europa. El jugador número 11 del Athletic explicó la odisea de los suyos a través de las redes.

Haberse convertido en uno de los jugadores más deseados del fútbol europeo y en toda una estrella, lejos de convertirlo en un personaje acomodado, le ha ofrecido la posibilidad de que su mensaje llegue mucho más lejos y de forma más visible. Mensajes como el apoyo de Iñaki a la causa de los manteros en Barcelona, a menudo criminalizados por el hecho de ser africanos, migrados y vivir en situación de exclusión social. Williams se añade a famosos catalanes como Bad Gyal, Mònica Terribas o Carlos Cuevas, entre muchos otros, que apoyan la iniciativa de la Lotería Mantera. Un sorteo solidario en el que el premio son 20 cazadoras de la marca barcelonesa Top Manta, creadas por diseñadores de renombre y que destinan las ganancias al colectivo, ayudándolos a abandonar la marginalidad. Williams luce orgulloso una de ellas, ampliando la resonancia de la iniciativa lejos de Catalunya.

Iñaki Williams manteros @williaaaams11

Un ídolo con la pelota, sí, pero mucho más crack en su día a día.