Josep Rull es un político catalán muy querido. Lo era antes de que su vida cambiara para siempre por culpa de la obsesión represiva y nada negociadora del Estado español hacia Catalunya. Y cuando el abogado y conseller del Govern de Carles Puigdemont pagó un enorme precio por confiar en la democracia e intentar hacer efectivo el mandato del 1-O, todavía más respetado y elogiado. Es un luchador por la independencia de Catalunya, "pecado" que le costó casi 4 años de su vida en diferentes prisiones españolas y catalanas, aparte de sufrir las interminables sesiones del juicio (injusto) al que le sometieron Marchena y compañía en el Supremo. Desde hace un tiempo es un hombre libre, indultado por el Gobierno de España, a pesar de las amenazas del españolismo de revocar esta medida de "gracia". Rull, sin embargo, no vive con miedo. Todo lo contrario. Es pura vitalidad, energía y positividad.

El de Terrassa aprovechó al máximo sus días encerrado a la fuerza. Escribió un libro y conoció a un montón de gente interesantísima entre la población recluida. Unas experiencias que está plasmando en un programa de televisión con testimonios conmovedores. Además, Rull soñaba con recuperar la libertad para hacer todo aquello que le estaban robando: la familia, las aficiones, el contacto con el pueblo y sus tradiciones. Es un hombre que valora mucho su cultura, identidad y raíces. Este fin de semana ha tenido ocasión de demostrarlo, dejándonos sin palabras.

Josep Rull volviendo a Lledoners y recibiendo el cariño de la gente / Junts

Josep ha participado en una boda en el antiguo pueblo de Sant Pere, actualmente parte del municipio de Terrassa. No es una boda cualquiera, ni mucho menos. Es una celebración popular y la expresión del legado histórico de este lugar del Vallès Occidental. Una boda ochocentista, este es su nombre oficial, que forma parte de las fiestas y que se celebra cada cinco años desde 1987, aunque la primera representación fue en el año 1931. Sí, una representación, porque en esta boda el enlace matrimonial propiamente dicho es opcional. Los de este año, por ejemplo, no harán efectiva la unión, a pesar de ser pareja. Pero en otras ocasiones aquellos que se daban el "sí, quiero" lo hacían para toda la vida... o lo que durara el matrimonio, claro. La cuestión, recuperar parte de la historia de su pueblo y su gente y formar parte, ni que sea por un día, de una línea invisible que nos conecta con los antepasados.

Josep Rull y esposa vestidos de época / Twitter

Hay que decir, sin embargo, que de invisible esta boda no tiene nada. Porque los trajes y diseños que desfilan por el acontecimiento son muy llamativos. Así animaban en la población a asistir: "Os invitamos a venir vestidos de época, de campesinos o de señores, con faldas de flores y delantales, blusas y fajas, gorras y pañuelos, y participar de la actividad como un personaje más". Josep Rull y su mujer, sin embargo, tenían un papel destacado en la fiesta: él iba invitado como concejal (la inhabilitación no llega hasta aquí) del pueblo. Y lució sus mejores galas vintage. Impacta, sensacional. Parecen pintados en un cuadro. "Un privilegio", escribe.

Ha sido un fin de semana con muchas bodas: Chenoa, Jordi Alba... pero ninguno de ellos como el de Terrassa. Este es histórico.