Kim Kardashian es, seguramente, la celebrity más famosa del planeta, la más rica y la más mediática. Y ya puestos a tener etiquetas y récords, también puede presumir de haber estado casada con uno de los hombres más estrafalarios y enloquecidos, el productor y cantante de rap Kanye West. Perdón, que Kanye ya no se llama así: desde hace algunos días el aspirante a la presidencia de los EE.UU. ahora responde al nombre de Ye. Ye es un caso digno de estudio para los mejores y más sabios investigadores de la ciencia mundial. Incluso de la interplanetaria, espacial o marciana. Sus excentricidades se asocian al trastorno de personalidad que aseguran sufre desde hace años, sí, pero como tiene tanta repercusión y los medios de medio mundo lo miran con lupa es imposible dejar de sorprendernos.
Pues bien, el artista antes conocido como Kanye West ahora vuela solo, después de que Kim pidiera el divorcio incapaz de convivir con su hombre, impredecible y escandaloso. Quizás no quería tener tan cerca al padre de las 4 criaturas que han tenido juntos porque era un sinvivir. Que sienta eso una mujer como ella que es carne del mundo del espectáculo y con una familia tan peculiar como la suya es de nota. La ruptura es oficial y están ejecutando los numerosos acuerdos de la separación, que como pueden imaginar, tienen muchos ceros. Pero eso no es lo que nos preocupa hoy: en realidad es la pinta que llevaba Ye por las calles de Nueva York.
El hombre tenía una cita con alguien muy próximo a uno de sus ídolos: Donald Trump. El expresidente y él comparten muchas cosas, y pocas son buenas. De hecho, la locura de presentarse a sucesor en la Casa Blanca era interpretada como un gesto de apoyo al polémico mandatario, el mismo que envió hordas de tarambanas a ocupar el Capitolio por la fuerza al perder las elecciones. Han pasado los meses y ya ni Donald es presidente, ni Kanye es Kanye, pero el idilio continúa. Ye fue tan contento al encuentro de Michael Cohen, portavoz de Donald, caminando por Manhattan sin guardaespaldas ni un séquito de seguridad, cosa que hace pensar. Quizás que de encontrarnos con él no sería el artista el que estaría en peligro, sino nosotros, pobres mortales. En todo caso, atención al vestuario que llevaba. Será el último grito en moda, pero parecía venir de pescar cangrejos de río. Vaya botas.
Lo más espeluznante de la escena estaba a punto de suceder segundos después de que se diera cuenta que los paparazzis lo estaban friendo a instantáneas. Saludaba con la mano y una sonrisa extraña bajo la mascarilla, y de sopetón, pam, golpe de efecto. Se saca del bolso una careta prostética y se la pone para continuar su camino como si lo hubiera hecho toda la vida. La estampa es brutal. Parecía uno de aquellos muñecos que utilizan las empresas de automóviles para probar sus sistemas de seguridad. Sí, exacto: un 'dummie'. Curiosamente, la traducción de esta palabra va desde maniquí a tonto. No hay más que decir, excepto un 'uh!' cuando ves esta fotografía. Después fue a tomar un café con su cita. Igual pensaba que así no lo reconocerían.
Kanye West dons bizarre mask for second Michael Cohen meeting https://t.co/Z9A8FmV8Xl pic.twitter.com/xlN0qrGU3h
— Page Six (@PageSix) October 19, 2021
Ye se ha reinventado: es soltero y tiene nombre y cara nuevas. Nos morimos por conocer su próximo paso, pero seguro que se supera. Nada es imposible con este señor.