Los Juegos Olímpicos de Tokio han vuelto a desnudar la verdadera cara del españolismo. Una rancia, ignorante y muy grosera. El lema franquista "España es una y no cincuenta y una" está más vivo que nunca. Lo acabamos de vivir con el éxito de la piragüista de Donostia Maialen Chorraut: la veterana deportista, a sus 38 años, completó su impresionante palmarés con una medalla de plata en la prueba de K1 individual: ya había conseguido una de oro en Rio 2016 y una de bronce en Londres 2012.
La gesta de la Maialen fue muy celebrada por la afición española, claro está. Pero la euforia y el reconocimiento duraron muy poco. Su origen, su lengua y sus costumbres la convierten, automáticamente, en sospechosa de desafección a la patria. Y una entrevista posterior a su proeza, retransmitida por la pluralísima Cadena COPE, sirvió de toque de inicio para la barra libre infecta de insultos y desprecios habituales de esta parroquia.
Chorraut reventaba de alegría por el éxito olímpico, pero su cabeza sólo podía pensar en la familia que había dejado a más de 10.000 kilómetros de distancia. Especialmente su marido, Xabier Etxaniz, y su hija, Ane. De hecho, se sinceraba frente a los periodistas que la proponían como abanderada de la delegación española en la ceremonia de clausura: "Espero que no, me quiero ir a casa", confesaba. Eso es lo más importante para ella, y punto. Por eso, durante la mencionada entrevista, la niña era la gran protagonista. Más todavía cuando conectó con ella vía telefónica, un momento delicioso en el que se comunicaron en su lengua: el euskera.
En el otro lado del transistor y de las redes sociales, los cerebros monolingües y mononeuronales de los discípulos de Casado, Vargas Llosa y Cantó empezaban a cortocircuitarse. Las lenguas que no son el 'cristiano' son su kryptonita. Y empezaban a vomitar de forma lamentable y nauseabunda. Un clásico intemporal. El Delegado del Govern de la Generalitat ante la UE, el cantautor vasco y catalán Gorka Knörr, lo explica con claridad meridiana.
España, medalla de oro, plata, bronce y hojalata de la intolerancia lingüística. 'Ra, ra, ra, España ganará'. Penoso.