Los que alguna vez hemos tenido algún animal en casa, especialmente algún perro, sabemos cómo es de grande el vínculo que se crea entre ellos y nosotros. El amor es tan absoluto que cuando mueren, sentimos un vacío en el corazón difícilmente reemplazable.
Esta que ven en la fotografía era Manolita, la perra del gran Sergi Mas. El comunicador catalán tiene absoluto delirio por los perros, sensación recíproca, tal como él mismo ha revelado en un podcast delicioso en RAC1, Animals de companyia, con Bàrbara Julbe.
El mítico Montilla del Polònia, periodista y queridísimo colaborador televisivo en infinidad de programas, ha abierto sus sentimientos y ha reconocido que los perros, los tres que ha tenido, le han dado la vida.
"Los perros son un regalo. Un auto-regalo que tendríamos que tener buena parte de los humanos porque, sin duda, nos superan en muchas cosas: amor, fidelidad, compañía, actitud...". Y uno de los que le dio todo eso y más fue Manolita, con quien convivió más de diez años.
Cuando murió el 17 de julio del 2017, le dejó a Mas una pena irreparable. Cuatro años después, él mismo la recordaba con unas palabras conmovedoras en Instagram: "Sin ningún rubor y todo el amor transparente del mundo en casa la seguimos recordando cada día, y las lágrimas de pena del principio ahora se han transformado en sonrisas cómplices".
La Manolita, de quien incluso tiene en casa una escultura: "Afortunadamente cuando se marchó no sufrió mucho. No piensas que el final puede ser tan trágico y especialmente rápido", confiesa.
Sergi ha tenido tres perros, "Todos diferentes, todos adorables. Habrá un cuarto, sin duda, cuando las circunstancias lo permitan y mi atención pueda ser al 100%. Mientras tanto le diré a Manolita, compañera de siestas, de confesiones, miradas cómplices, copiloto de coche, de juegos con pelota, y que, cuatro años después, cuando entro en casa siempre abro despacio la puerta y espero ver un morro peludo en blanco y negro que me recibe feliz. Muy feliz. Ya ves que no te olvido y que te quiero, aunque no estés, porque estás".
Palabras sobrecogedoras. Igual que las que le dedicó a Manolita cuando murió. Lo ha explicado en RAC1. Un homenaje sencillo y conmovedor... con globos. Y es que el luto no fue fácil: "Lo pasé mal. Durante uno, dos o tres meses hay un luto profundo y absoluto porque al día siguiente que se ha ido tú lo sientes, pero no está. Sientes las pisadas en el suelo de casa en el parquet, coges una manta y sientes que huele a Manolita, por ejemplo".
¿Y qué hizo, en un viaje a Andorra? "Escribí un texto en un papel. Le dediqué unas palabras. Las puse dentro de un globo y dije: 'Venga, hacia arriba'". El globo, sin embargo, cayó al suelo. Tuvo que comprar otro.
"Parecía que la Manolita no se quería ir. Por suerte compré otro globo y lo conseguí. Fue una experiencia extraordinariamente intensa a pesar de la desaparición de la Manolita, que todavía la tenemos muy presente". Y tanto que sí. Seguro que cuando mira al cielo y ve algún globo que vuela, debe pensar en ella.