La situación del catalán no es nada buena en el Estado español. Y desgraciadamente el futuro se presenta muy negro, viendo las maniobras de aquellos que lo desprecian, atacan y hieren constantemente. El panorama tampoco es estimulante en la Catalunya enclavada en territorio francés. Allí la consideran como una lengua de segunda clase, como el occitano, el corso, el bretón y el alsaciano, por no hablar del euskera que se habla en Iparralde, en el País Vasco francés. Sin embargo la impresión es que la virulencia de los ataques es mucho más acusada en España, mientras que en Francia el ruido y la hostilidad se manifiesta de forma más suave. Quizás es un espejismo, cierto. Y al fin y al cabo, el problema es el mismo. Pero como que Spain is different, las cosas que pasan fuera de sus fronteras en relación al idioma y la cultura catalanas tienen otra resonancia, otro sabor, otro color. Uno más esperanzador, cuando menos.
Cosas como que todo un Presidente de la República Francesa quede impactado por el mensaje elogioso de una compatriota hacia Catalunya, su gente y su habla. Emmanuel Macron, que como todo los mandatarios de su país nunca ha destacado por su sensibilidad en relación a estas problemáticas (más allá de algún discurso puntual sin efectos prácticos), no ha pasado por alto lo que ha dicho una mujer que hizo parte de sus estudios en Barcelona gracias al programa de intercambio europeo de alumnos Erasmus. Un proyecto que celebra 35 años de vida y que seguramente es uno de los pocos reductos del sueño europeísta original, cada año más lejano y utópico. No el Erasmus, claro, sino aquella Europa de unión, de respeto, de justicia, de diversidad, etcétera.
Francia acaba de estrenar la presidencia de la Unión Europea y su máximo representante está haciendo gestos públicos para fortalecer los lazos comunitarios. Uno de ellos, como decíamos, es el de alabar el Erasmus. Por eso Macron ha pedido a los internautas que expliquen su experiencia estudiando en un país de la UE lejos de casa. "Erasmus ha transformado la apariencia, la mente y en ocasiones la vida de 12 millones de europeos. Tú, la generación Erasmus, cita este tuit y explícanos tu historia". Las reacciones son numerosas. Y algunas le han parecido lo bastante relevantes para retuitearlas y multiplicar su alcance. Una de ellas es la de Christelle Dauvergne, traductora, jurista y lingüista.
Christelle, sensible con la causa catalana, escribe palabras bonitas y sinceras: "Mi Erasmus: un albergue catalán alegre. Una lengua, un pueblo, una cultura, una historia, una ciudad abierta y multicultural, una experiencia humana. Riqueza eterna". Todo lo contrario a lo que dicen tantos españolistas estos días. Más tarde, y tras recibir la adhesión de Macron, Dauvergne escribía esto: "Viva el catalán con 11 M de locutores, viva la cultura, viva la diversidad y la multiculturalidad, viva el pueblo catalán acogedor y solidario, viva la universidad catalana, viva Europa y viva #ErasmusPlus en Catalunya". Sensacional.
Hay esperanza. Visca Christelle. Visca Catalunya. Visca Europa, la del sueño compartido.