Miren el mensaje que pone en la sudadera que lleva la actriz y escritora catalana Estel Solé: "He ido callando y ahora hay media vida en los silencios":

Una frase que afortunadamente, no pone en práctica Estel. Porque si una cosa buena tiene, aparte de su excelente trabajo como intérprete, escritora y colaboradora en diferentes medios, es que no se ha callado, no se calla y no se callará nunca cuando ve, vive u oye a su alrededor alguna cosa que la saca de quicio, alguna injusticia o alguna situación que la hace indignar. A menudo, Solé alza la voz en cuestiones de defensa de las mujeres y contra el machismo repugnante que hay en la sociedad o en aspectos que tienen que ver con su país y su lengua, una lengua catalana que a muchos les provoca urticaria cuando la oyen hablar. Le pasó yendo de urgencias con su hijo enfermo, le pasó comiendo en un restaurante en el Alt Urgell, o, como ahora, le ha pasado cuando ha ido a un bar.

A menudo le deben entrar ganas de meterse en una bañera llena de hielo para tener paciencia y no enzarzarse con según qué respuestas por parte de camareros y camareras que vomitan impunemente su catalanofobia. Pero lo que hace siempre, cosa que tendríamos que hacer todos, es verbalizar y denunciar públicamente según qué comportamientos y frases que le dicen. ¿La última?: en un bar, después de pedir una consumición en su lengua, en catalán. "La camarera no nos entiende. Insistimos en catalán. Malhumorada contesta: 'En catalán, no'. Persistimos. Y ella, nos da a entender que le hacemos perder el tiempo. La culpa es nuestra: eso es lo que pasa cuando renunciamos conjuntamente a nuestra lengua". Tiene toda la razón del mundo. Una actitud que sigue defendiendo cuando alguien le ha querido buscar las cosquillas: