Este lunes en el estudio de RAC1 desde donde Albert Om hace su Islàndia, se reunió un buen grupo de personas que regalaron a los oyentes un muy buen rato. Por una parte, los creadores del programa exitoso en redes La ruina, Ignasi Taltavull y Tomàs Fuentes, dos cómicos que han conseguido que los diferentes invitados que van a charlar con ellos confiesen sus ruinas personales, aquellas situaciones comprometidas y delicadas que han protagonizado alguna vez, momentos tierra trágame maravillosos y sinceros como el que reveló una vez Marc Giró, la anécdota más insuperable del programa, cuando confesó que un día se tiró un pedo en un ascensor y justo después de hacerlo, entró ni más ni menos que la reina Letizia.
Aprovechando su presencia en el estudio, tres colaboradores habituales de Om expusieron públicamente sus propias experiencias ruinosas, entre ellos, la magnífica actriz catalana Àgata Roca. Quién fue una de las fundadoras de la maravillosa compañía T de Teatre, ya hace tiempo que se ha forjado una sólida y envidiable carrera en los escenarios y delante de cámaras, con participaciones en filmes y series importantes como Ficció, Truman, Sitges, Jet Lag, Ventdelplà o Les de l'hoquei.
Cuando le ha tocado el turno de explicar a la audiencia su mal trago, ha confesado ubicando la anécdota en un vagón de un AVE de Madrid a Barcelona, "pero no uno de los rápidos, sino el que para en Calatayud, Zaragoza, Lleida... me parece que dura 3 horas 45 minutos". La actriz volvía de la capital española con su pareja. No había dormido nada y estaba cansada. "Estamos llegando a la estación de Sants, y dicen aquello de 'por favor, no se levanten hasta que no hayamos llegado'", que de repente pasa aquello que pasa siempre: la gente se toma por el forro las indicaciones y todo el mundo se levanta de golpe.
Bolsas, mochilas, maletas, niños... el AVE iba llenísimo de gente. Momento eterno donde todo el mundo se pone en una cola, unos detrás de los otros... "Yo estaba de pie y tenía a mi pareja delante, y aquello que ya tienes todas las bolsas y todo y 'te apoyas' en frente, con la cabeza, y te dejas caer... tampoco fue un 'arrimón', pero sí una caidita con la cabeza y los brazos..., como un abrazo. Hice como un suspiro y noté como un gesto de aprobación de él", recuerda Ágata. "Y él me tocó, de manera sutil, como diciendo 'ya llegamos'... y entonces noto detrás una persona que me empuja y me dice: 'Perdona, ¿me permites?'". Y a Àgata se le subió la mosca a la nariz: "Le dije: 'tranquila que bajamos todos, que después de Sants no hay ninguna otra estación'. Yo estaba de los nervios y no soporto cuándo estás a punto de bajar y te empujan". ¿Qué le dijo la mujer de atrás?...: "No, no, si yo de tranquila lo estoy mucho, pero ¿me dejas pasar, que me gustaría bajar con mi marido, por favor?"... Todo el estudio estalla a reír, Om se desorina. Y ella confiesa que entonces, el hombre de delante se gira con cara de tierra trágame, porque se pensaba que quien lo abrazaba era su pareja y no Àgata Roca. Al igual que ella se pensaba que el hombre de delante era su pareja y no el marido de la de detrás.
"Me puse roja como un pimiento, porque mira que yo estuve borde... Tres personas más adelante estaba mi pareja que se giró y me dijo: ¿'Qué pasa? ¿Qué has hecho'?, y yo: 'Nada cariño, después te lo explico.... O vamos a cenar los cuatro...". Y añade: "Eran iguales de altura, pero sí que es verdad que al cogerlo por detrás, pensé 'Ui, sí que nos hemos engordado en Madrid..., noté unos brazos y unos michelines que no conocía...". Àgata Roca, maravillosa. Ya lo saben, si coinciden con ella en un tren y les abraza de manera cariñosa, no se lo tengan en cuenta.