En el año 2015, una serie catalana lo petó de mala manera. Fue un boom absoluto, todo el mundo quedó rendido a este profesor de filosofía y sus alumnos de un instituto, los peripatéticos. Hablamos, evidentemente, de Merlí, la serie protagonizada por Francesc Orella y donde Carlos Cuevas era el actor principal entre el elenco más joven, haciendo el personaje del 'Pol Rubio'. Pero en aquel instituto había una hornada sensacional de actores jóvenes desconocidos por el público. Todos lo hacían de maravilla, y uno de los que nos ganó el corazón fue Albert Baró, que hacía el papel de 'Joan Capdevila'.

Albert Baró y Francesc Orella en 'Merlí' / TV3
Albert Baró, a la derecha, en 'Merlí' / TV3

Ya se veía que todos aquellos actores y actrices tenían un talento a espuertas y que harían carrera, y Albert es un claro ejemplo. Cuando empezó la serie, Albert tenía 19 años. Han pasado nueve años, y Albert ahora tiene 28. Y se está forjando una sólida carrera ante cámaras, con papeles en las series Servir y proteger, Bienvenidos a Edén o Nacho, y en filmes como Los papeles de la termodinámica. Ahora ha presentado dos películas, Historias, y Disco Ibiza Locomía, haciendo de uno de los miembros de la icónica banda de los abanicos gigantes.

Pero ahora lo hemos visto no hablando precisamente de sus éxitos en su trabajo, sino de sus miserias vitales, de aquellos momentos vergonzantes que ha protagonizado, de aquellos cadáveres en el armario que todos tenemos escondidos. Y es que el bueno de Albert ha sido invitado a un podcast sensacional, La ruina, con Tomàs Fuentes e Ignasi Taltavull, donde diferentes personas, conocidos o de público, suben al escenario a explicar sus situaciones ruinosas personales, aquellos momentos tierra trágame que han vivido alguna vez. Y atención a lo que ha explicado Albert.

Albert Baró, con Ignasi Taltavull y Tomàs Fuentes en 'La ruina'

Baró recuerda una situación vivida antes de la pandemia, "conocí a una chica, nos gustamos, estaba súper bien"... Hasta que un día le dijo que se marchaba, que se iba, que se marchaba a trabajar... en Dubái. Lástima, porque la cosa iba bien. Pero es lo que pasa a veces. A pesar de la distancia, siguieron manteniendo el contacto, tenían ganas de volver a verse, y surgió la posibilidad de que él fuera hacia allí. Y no se lo pensó dos veces. Compró un billete y hacia Dubái falta gente. Coge el vuelo, se ven y cuando deciden qué hacen, deciden ir al día siguiente a un parque de atracciones acuático, uno de los mayores del mundo... "Entramos, dejamos las mochilas en la taquilla, todo bien, el bañador, toboganes, piscinas de olas, todo bien...". Hasta que vieron una sección donde no se veía mucho de movimiento, ""con hamacas... parecía un lugar de chilling". Y claro está, "los dos allí, solos, en bañador... íntimo..., empezamos a acercarnos, a besarnos, a tal, se empezó a poner seria la cosa".

La compañera se levantó interesada por unas tiendas que había en la zona, que estaban cerradas... Y la fue a abrir... "y había un colchón, perfecto, de 2x2, increíble. Ella no se lo pensó y se puso dentro. Y yo: '¿Estás segura? Que en estos países hay que vigilar..., creo que hay cámaras...'". Y había el palo de una cámara, "seguramente no funciona... Entramos y pasamos un ratito... Y vemos que se acerca uno de seguridad del parque y nosotros, 'Mierda'". Se pensaron que eran del turno de la tarde, de trabajadores, y era una zona habilitada para los del turno de noche. Y ellos, "perfecto, salimos, cogimos la mochila, con toda la adrenalina, en Dubái, en un parque y no nos han pillado...". Quisieron celebrarlo en un restaurante del lado. Y mientras miraban la carta, golpecitos en la espalda, "tac, tac, tac... Dos hombres, con el traje oficial de Dubai, con una cara de pocos amigos. Nos pidieron pulsera, pasaporte, control de seguridad, nos sientan en una mesa e... interrogatorio, y nosotros cagadísimos".

"Nos preguntaron: '¿Qué habéis hecho en la tienda?'. Nos hicieron escribirlo, y yo yendo poco a poco. De repente me agarran, nos separan de la chica. En una habitación, cada uno solos, interrogatorio individual". Él cada vez más nervioso, hasta que fue capaz de decir: "Love, love, only love". Cuando volvieron a estar juntos, ella, asustada, le dijo: "Albert, esto me han dicho que son tres años de cárcel". Los de seguridad, indignados, "Esto en tu país seguro que no lo puedes hacer. Vino la policía, sacan unas esposas y nos las ponen, delante de todos, hacia un coche blindado de policía hacia comisaría. No sé cuántas horas de espera. Yo pensaba lo peor". Finalmente les dejaron libres, "pero jodió todo el viaje, porque nos quedaban diez días con ella en Dubai y no nos atrevíamos ni a darnos un beso en la calle!".

Albert Baró, maravilloso... Ahora bien, seguro que cuando vea ahora un tobogán de agua, o vaya a Isla Fantasía o un parque parecido, su subconsciente recordará aquel momento y se le quedará la libido por los suelos.