Fue uno de los romances que más ríos de tinta hizo correr en su momento. La mujer con más títulos nobiliarios del mundo, Cayetana Fitz-James Stuart, XVIII duquesa de Alba, cortejaba a un funcionario del Estado desconocido para el gran público y 25 años más joven que ella, Alfonso Díez. Una historia que empezaba en 2008: ella tenía 82 años, él 57. A pesar de la sorpresa y la desconfianza que generaba esta relación, especialmente entre los miembros de la familia aristócrata, la cosa no era pasajera: incluso se casaron en 2011. Un matrimonio que duró 3 años, hasta la muerte de la duquesa en 2014.
El deceso de Cayetana dejó muy tocado a su marido. A pesar de su avanzada edad, 90 años, tenía una gran vitalidad y disfrutaba del amor como una joven enamorada. Alfonso, proclamado entonces como Viudo de Alba de Tormes, desapareció de la primera línea y mantuvo un perfil bajo que perdura en la actualidad. Se dijo que la reina Sofía le hacía ojitos, pero nunca fructificó. De vez en cuando se ha dejado ver en público; otras veces, sin embargo, es la prensa la que lo pone en la pantalla o las revistas. Como hizo el mítico reportero catalán Miquel Serra en un 'Sálvame' especial recordando el 'Aquí hay Tomate', un espacio en el que estableció una relación de amistad con la poderosa señora.
Eso fue en marzo de 2020, pocos días antes de que el mundo quedara paralizado por una pandemia. Un hecho que, evidentemente, hizo que lo perdiéramos de vista. Todos eso sí ecordábamos su aspecto sobrio, en segundo plano, no muy arreglado ni luciéndose. Muy a menudo con gafas de sol, tapando parte de su cara. Cuando el coronavirus empezó a dar una tregua volvió a aparecer, pero claro: con mascarilla. Imposible contrastar cómo estaba realmente en cuestiones estéticas. Bajo el tapabocas, sin embargo, se estaba cocinando algo. Una cara nueva, de hecho.
Un rostro que acabamos de ver en plenitud durante un acto de la fundación de Bertín Osborne en Madrid y en el que una de las invitadas era la infanta Elena, que sigue con su apretada agenda social, que nunca laboral. Díez la saludó afectuosamente y con una reverencia un tanto ridícula, pero son cosas de monárquicos y de ambientes aristócratas. Imposible quitar la vista de las imágenes y, sobre todo, complicado identificarlo: está irreconocible. Se ha operado mucho la cara, estirándola y tonificándola. No parece que tenga 70 años, ni de broma. Según 'El Español' el hombre se ha hecho unos cuantos retoques y bastante caros: un lífting de 6.500€, una blefaroplastia completa para iluminar su mirada por 3.500, bótox por 450, contouring por 650 y toques de ácido hialurónico por 500 más. 12.000 machacantes. No está mal. Ha quedado así:
Alfonso ejerce de viudo, sí, pero de la gente guapa. Quién te ha visto y quién te ve, amigo.