Las incendiarias entrevistas de Ángel Cristo Jr. en el nuevo ¡De viernes! de Telecinco todavía dan que hablar. Cuatro son las veces que el hijo del domador Ángel Cristo y la vedette Bárbara Rey ha sido protagonista del espacio. Y no precisamente para hablar de sus vivencias. Bien, claro está que ha hablado de sus experiencias, pero siempre con un objetivo claro: derribar a su madre. Después de algunas intervenciones públicas en las que había dado apoyo al durísimo testimonio de la televisiva, el hermano de Sofía Cristo apostaba por cambiar radicalmente de opinión y convertirla en culpable de todos sus males. Un giro de guion cuando menos impactante.
En su primera aparición en directo en el plató, Cristo prosiguió con la narración de un sorprendente relato en el que él habría sido el responsable de hacer las fotografías que la artista utilizó para hacer chantaje al rey Juan Carlos. Entre muchas otras cuestiones, explicaba que, según él tiene entendido, su madre todavía conserva dos objetos personales del emérito en casa. Concretamente, se trata de dos botes de perfume de los cuales la de Totana todavía no se habría deshecho. "La colonia que mi madre usa, la lleva usando toda la vida. Desde antes de conocerle a él, y si la usa gracias a él lo desconozco. Él tenía siempre dos perfumes en el baño de mi madre. Ya estarán rancios, pero deben estar ahí. Uno era el 'Eternity' de hombre, y otro el 'Hammam' de Penhaligon's".
No ha sido hasta este 27 de diciembre que ha habido una respuesta de Rey al respecto. Interceptada en medio de la calle por las cámaras de la agencia Europa Press y con mirada incrédula, respondía que, si los tuviera, como dice a su hijo, "estarían rancios ya". En eso coinciden. El caso es que, desgraciadamente, no ha sido esta respuesta lo que ha acaparado la atención en la última aparición pública de la murciana.
Está claro que ni mucho menos atraviesa su mejor momento y cada vez que se deja ver preocupa más su comportamiento. Si recientemente salía a la luz que la presión del conflicto familiar le había provocado un desmayo en un centro comercial, su manera de reaccionar ante los periodistas de la agencia antes citada tampoco recuerda demasiado a su actitud habitual antes del desastre. Con la mirada completamente perdida, Bárbara encuentra complicado reaccionar, refleja vacío y solo se la oye decir "buenas noches". Y es de día. Después, sube al coche y, antes de empezar a conducir, cuando le preguntan por asuntos románticos de su corazón, solo suelta que el músculo "está ahí, en su sitio".
No hay que ser un genio para darse cuenta de que no está bien. A la vista está que las puñaladas de su hijo le han hecho daño de verdad.