Hace muchos años, la publicidad que no habíamos pedido, la que nos tocaba las narices, por decirlo suavemente, llegaba por diferentes vías: anuncios en televisión, prospectos en el buzón de casa o llamadas de diferentes compañías ofreciéndote el oro y el moro si te cambiabas a ellos. Unas molestias trampeables, pero desagradables. Ahora, sin embargo, hay que añadir una nueva vía, tal como la actriz Beatriz Rico ha constatado: publicidad en los diferentes perfiles sociales en las redes.
La intérprete española, a quien hemos visto en numerosas series y obras, acaba de hacer público lo que se ha encontrado. Y se mire por donde se mire, entendemos su indignación. La empresa que se ha dirigido a ella es una compañía de seguros especializada en decesos. Se dirigen a ella sin que ella lo haya pedido ("no conozco de nada a estos señores, ni nos han presentado siquiera"), lo hacen, permitiéndose unas licencias y una familiaridad que no se corresponde con la relación (inexistente) previa entre la actriz y la empresa ("Me llaman 'Bea' con toda la confianza del mundo, que bueno, vale"). Pero por lo que no traga es por que la inviten a criar malvas ("por más vueltas que le doy, creo que me están animando a que me muera. Pues no lo veo bien"):
Ella se lo ha tomado con ironía. Sus seguidores se han sumado a la sensación de mal rollo que le ha generado, y la animan a no hacer caso a la publicidad y seguir dando guerra muchos años más:
Vivir para ver, que dice el dicho. O en este caso, morir para ver.