No es que sea precisamente ningún secreto que uno de los grandes bombazos en la prensa rosa en los últimos meses en nuestro país ha sido el sorprendente embarazo de Alejandra Rubio, la hija de Terelu Campos. Y es que, si bien es cierto que Rubio hace ya unos años que se ha convertido en uno de los personajes más buscados por la prensa rosa, el hecho de que se haya quedado embarazada tras apenas unos meses de haber comenzado su relación con Carlo Costanzia, el hijo de Mar Flores y el italiano Carlo Costanzia, sorprendió a muchos, y evidentemente a su familia.

Es más, no han sido precisamente pocas las veces que, siempre intentando apoyar a su hija como lo ha hecho durante toda su vida, Terelu ha dejado caer que no está precisamente muy ilusionada con este embarazo, no por el propio embarazo en sí sino por el hecho de que su hija haya dado un paso tan importante con un hombre con el que lleva una relación de apenas unos meses.

El infierno de Mar Flores con Carlo Costanzia

Como no podía ser de otra forma y como es habitual en estos casos, ahora que el nombre de Carlo Costanzia se ha convertido en uno de los más habituales en la prensa rosa, no han sido pocos los que han querido recuperar una famosa entrevista que dio su madre Mar Flores en 2001 al periódico El Mundo en el que explicó el infierno que supuso la relación con Costanzia, el padre de Carlo.

Mar Flores i Carlo Costanzia / GTRES

Una relación que empezó más que bien: “Era sencillamente guapísimo. Tenía ese acento italiano tan especial y me persiguió a fondo. Lo hizo muy bien. Se encabezonó conmigo y ganó. Me sentía como una princesa. Sus palabras eran tan halagadoras. Todo fue perfecto. Tenía un puestazo, un coche maravilloso y, sobre todo, me quería”, apuntó Flores.

Pero Mar no dudó en revelar lo peor de su relación con Carlo: “Me di cuenta de que él era un hombre violento, así que me volví a casa de mis padres. Comenzó a llamar por teléfono sin parar. Yo era terriblemente infeliz. Me pasaba el día llorando sin ningún motivo. Tenía ataques agudos de ansiedad”.

Y fue más allá asegurando que “Las discusiones nuestras comenzaron a ser habituales y cada vez más fuertes. Lo peor es que todo aquello acababa casi siempre en la cama, donde la pasión lo borraba todo. Me decía que prefería matarme a que yo me fuera. Un día, en medio de una bronca monumental, me cogió en brazos y me sacó al balcón. Vivíamos en un ático, en un quinto piso. Creí que me iba a tirar. Estaba como loco y no dejaba de repetir: ‘¡Prefiero matarte a que te vayas!’”.