Carlos Cuevas es uno de los mejores actores que tenemos en el país. Así de claro y así de rotundo. Las productoras se lo rifan, no le falta trabajo, y contar con él es sinónimo de éxito y de unas interpretaciones llenas de talento, veracidad y maravillosas. Desde que lo descubrimos haciendo de 'Biel' en Ventdelplà al lado de Emma Vilarasau, el de Montcada i Reixac no ha parado. Se ha hecho mayor en la pequeña pantalla y en la vida real. Y a pesar de que todavía no ha cumplido los 30, ya parece que lleve toda la vida ante cámaras. Al carismático actor lo hemos visto y disfrutado en Merlí, Merlí. Sapere Aude, Cuéntame cómo pasó, 45 revoluciones, Smiley, o más recientemente, en Citas Barcelona, en TV3, donde nos enamoró en el primer capítulo de la nueva temporada al lado de Clara Lago, y donde después se vio en uno fregado sobre la lengua catalana y el doblaje de los actores que hablan en castellano en el original, por un titular de la entrevista que le hizo un medio, y que él considera malintencionado y que no respondía a la realidad.
Carlos es, aparte de un magnífico intérprete, un tipo con una bondad y naturalidad que desarma. Buena persona hasta decir basta, educado y amable, escucharlo es un placer, más allá de verlo haciendo diferentes papeles. Porque Carlos tiene un juicio y un sentido común como pocos tienen. Y este fin de semana ha mantenido una conversación deliciosa con Xavi Bundó, Toni Garcia Ramón y Malcolm Otero en el Via Lliure de RAC1, en la sección donde se reúnen cada semana con alguien (principalmente actores y actrices) para hablar de todo mientras comen yantar del bueno en torno a una mesa de un conocido y sensacional restaurante de Barcelona. "Nuestro 'Plat estrella', conversaciones de sobremesa que nos gusta hacer desde nuestro templo gastronómico habitual, al lado de La Rambla y del Mercat de la Boqueria, que es Casa Guinart".
Los cuatro han hablado de todo, de cómo fue trabajar con Pedro Almodóvar, de la polémica de la lengua y el doblaje en Cites Barcelona, de gastronomía, de cómo le gusta la cocina y ha hecho diferentes cursos, de que hace mucho tiempo que no come nada de carne, por consejo justamente de su partenaire en Cites, Clara Lago, de cómo le gusta también aprender idiomas y cómo ya domina bastante el italiano, de la pandemia y como lo cogió precisamente en Italia o de restaurantes. De hecho, él es socio de un restaurante, el Lluritu, una marisquería estupenda que hay en Gracia, al lado del Teatre Lliure, proyecto que hizo nacer el también actor Pau Roca, a quien Cuevas conoció cuando eran los dos muy jóvenes, justamente en Ventdelplà. Pero no fue en ese restaurante donde le pasó una de las cosas más surrealistas que le hayan pasado nunca.
El precio de la fama
Hablaban los cuatro comensales de la cara B de su apasionante trabajo. Y él, lo tiene claro: "La fama. Más que otras cosas. ¿Hay que estudiar mucho? Soy un empollón. ¿Me perdí planes con los amigos? Ya, pero es que tampoco soy muy nocturno. Pero la fama... He formado parte de proyectos muy mediáticos, pero yo no soy mis personajes. Recuerdo que rodé de pequeño una peli con Dani Rovira, en pleno auge, y la gente lo paraba por la calle y le decían: 'Cuéntame un chiste'. No somos los personajes".
Carlos habla de tocar de pies en el suelo en todo momento, porque a veces, la fama le ha comportado alguna situación alucinante. "He visto situaciones que no te queda otra. A veces estás comiendo en un restaurante y te viene una familia entera y te toca"... o cosas peores. El actor todavía recuerda cómo "a veces me sorprenden según qué comportamientos: una vez, en un restaurante, me preguntaron si podían comer mi ensalada... ¡Eso es verdad, es real! Una chica me vino, superagobiada... '¿Me puedo comer tu ensalada'?". Le dijo que no, pero todavía hoy lo recuerda con los ojos como platos. Y es que Carlos levanta pasiones. Risas en mesa y Bundó, Garcia Ramon y Otero se abonan: ¿"Quién no quiere comer de tu ensalada? Eres un tiquismiquis". Y él responde socarrón: "Eso es otra cuestión que podemos hablar en otro momento". Entendemos que no cediera a la fan que se quería comer su ensalada, pero vista la tirada que tiene, si el bueno de Carlos, a él que le gusta tanto la cocina y la manduca, patentara una ensalada hecha por él con los ingredientes que le gustan, lo petaría. Todos los fans la pedirían. Si está la ensalada César, la Waldorf, la rusa o la alemana, ¿por qué no una 'Ensalada Carlos'? Sería maravillosa, como él.