Ramon Peris-March, durante muchos años, tuvo un alter ego. Un mensajero del Club Super 3 que iba vestido de amarillo, con un código postal en el pecho, casco de repartidor, unas gafas oscuras y un fax en la barriga por donde iba sacando papeles. Los espectadores más menudos de casa alucinaban con él, especialmente, por la manera como tenía de hablar, un petri-idioma marca de la casa que se inventó y que hacía las delicias de los niños y niñas catalanes. Pero por mucho que Petri fuera diciendo "he tenido una petri-idea, petri-atención o petri-espectadores," por mucho que hubiera ideado un idioma, su lengua, la de la persona que había tras el personaje, es el catalán. Y su país no es Petrilandia sino Catalunya. Y de eso ha dejado constancia a menudo y no se cansará de hacerlo ante quien sea.
Ramon, que ahora hace de asesor artístico, es un tuitero de los que no se queda callado cuando alguna cosa a su alrededor es denunciable. Y a menudo, el tema de la lengua ha generado muchas de estas situaciones. Si Ciudadanos o Vox hubieran existido en los tiempos del Petri, habrían pedido su dimisión. Por amarillo y por tuits como estos:
Toda una generación creció con las noticias del Petri, entre 1991 y 2001. Y ahora del petrifax de la barriga le salen hostias como panes, para que lo entiendan en las españas. En esta ocasión, dedicados a una conocida compañía telefónica que lo llamó a casa. ¿El guantazo tuitero tiene que ver con que lo fastidiaran y le llamaran a altas horas de la noche con alguna oferta que él no pidió? No. Lamentablemente se topó de bruces con una nueva muestra de catalanofobia telefónica, una nueva versión del "hábleme en español que estamos en España", pero esta vez, yendo todavía unos pasos más allá.
Ramon estaba en casa cuando lo llamaron de la compañía. Él, como hace siempre cuando responde al teléfono, lo hizo en su lengua, en la que habla y piensa, en catalán. Al oír la respuesta de Peris-March, el operario de la compañía desbarró de mala manera, dejando claro que quizás trabaja en una compañía de telefonía, pero lo que es respeto por tu interlocutor, y por la lengua que habla, no tenía ninguno. ¿Qué vomitó el vendedor?: "No tengo que comprender este cochino idioma". Respuesta asquerosa a la cual sólo se le podía responder de manera demoledora, como lo hizo Ramon: "Le he dicho que era un racista y un xenófobo y ha colgado":
Maravillosa respuesta de Ramon. Petri-sopapo con la mano abierta.