Christian Bale perdió 30 kilos para interpretar a un maquinista que sufría insomnio en El maquinista. Pesaba 50 kilos y sólo se alimentaba de una lata de atún y una manzana al día.
Antonio de la Torre ganó 33 para interpretar a un hombre que va a terapia para adelgazar, en la peli Gordos.
La misma Charlize Theron ganó 14 para interpretar a una prostituta y serial killer en Monster, filme, y cambio radical, que le proporcionó un Oscar.
Ahora, la sudafricana está en las pantallas de los cines con la película Tully.
En ella hace el papel de una mujer trabajadora, madre de tres hijos y agotada de la vida. Se engordó 22 kilos para interpretar a Marlo, y parecerse a una especie de Marlon Brando decrépito.
A sus 42 años tuvo que alimentarse de mucha comida procesada, cantidades ingentes de azúcar o poner el despertador a las dos de la madrugada y levantarse a ingerir un plato de fideos con salsa de queso. Y para desayunar, un par de hamburguesas. Engordó tanto que sus dos hijos se pensaron que estaba embarazada otra vez. Este es el aspecto de Charlize Theron en el filme:
Cuando acabó la película, Theron se puso a perder el peso que ganó. Pero no había manera. Un año y medio ha tardado en volver a su talla habitual. El camino fue un túnel del que sólo veía oscuridad. No veía la salida por ningún sitio. "Me preocupé, pasaba el tiempo y no había manera". Con Monster dejó de comer entre comidas durante cinco días y enseguida volvió a la normalidad. "Entonces, sin embargo, tenía 27 años. El cuerpo a los 43 es diferente", reconoce la actriz. Theron se angustió. Entró en barrena. E incluso pensó que se estaba muriendo y que su cuerpo no reaccionaba como lo tenía que hacer. "El doctor me tuvo que decir: cálmate, no te estás muriendo, todo está bien". El peso de meterse mucho en la piel de los personajes le pasó factura.