Hace once años, una serie irrumpió de manera fulgurante en las televisiones de todo el planeta. HBO llevó a la pequeña pantalla las luchas de poder escritas por George R. R. Martin sobre Invernalia, Desembarco del Rey y otros lugares icónicos. La fiebre por ver cada nuevo capítulo era tal, que corrías el riesgo de quedar empalado con una espada del trono de hierro si decías algún spoiler. Todo el mundo enloqueció con los Jon Snow, Daenerys Targaryen, Cersei, Tyrion y Jamie Lannister o Arya y Sansa Stark. Histeria colectiva con algunos momentos antológicos de la serie, como la boda roja, o el final con la Khaalessi enloquecida encima de un dragón. Ladies and gentlemen, con todos ustedes, Game of thrones:
Personajes queridos, había muchos. De odiosos, unos cuantos más. Muchos de ellos tenían una pizca de cada, a veces sentías simpatía por ellos, otras, te sacaban de tus casillas. Pero de personajes detestables de principio a fin, de personajes que provocaban odio en todo el mundo, absolutamente todo el mundo, en cada una de las escenas que salieron, había solo unos cuantos elegidos. Probablemente, el trío lalalá de personajes odiosos, los tres que más antipatías despertaban, porque desde el comienzo hasta su final eran abominables, fueron 'Petyr Baelish', conocido como El Meñique, todo un maquinador y señor del Valle de Arryn; 'Ramsay Bolton', sádico, torturador y psicópata, hijo bastardo del señor de Fuerte Terror; y 'Joffrey Baratheon', en teoría, el despótico y sádico hijo de Robert Baratheon, en la práctica, fruto del incesto de los hermanos Cersei y Jamie.
Consentido, cruel, caprichoso, imprudente, cobarde, sádico y prometido con Sansa Stark. De él dijo, el creador de la serie: "Joffrey es el clásico abusador en muchos sentidos, es muy arrogante y está corrupto al haber sido criado sin ningún tipo de límite. Tuvo dos padres y ninguno le dedicó atención o le procuró disciplina. Creo que incluso cuando es rey intenta impresionar a su padre. En mi opinión, Jack Gleeson hace un papel extraordinario". Elogio dedicado al actor que le daba vida, y que lo interpretaba tan bien que provocaba asco solo de verlo en alguna escena. Por eso cuando murió envenenado, todos aplaudimos con las orejas. Han pasado los años, y Gleeson, que entonces tenía 19 años, ha crecido. El actor irlandés, cuando puso el punto y final a Juego de tronos en el 2014, colgó las botas y aparcó su carrera como intérprete de manera indefinida, centrándose en sus estudios académicos de Teología y Filosofía. No solo eso, también se ha casado hace unos meses con su novia de toda la vida, Róisin O'Mahoney. Y el aspecto que tiene ahora es bien diferente a aquel niño con el pelo rubio y sin un pelo en la cara. Ahora, con bigote, y el pelo, parece su abuelo:
A sus 30 años, ni rastro del personaje con que se lo asociará de por vida. Esperemos que se lo repiense y algún día vuelva a la actuación.