Siempre es un placer ver y escuchar al gran Enric Majó. Actor superlativo, ha regalado papeles imborrables e icónicos encima de los escenarios o la pequeña y gran pantalla. En teatro, Terra baixa, Lucrecia Borgia, Un home és un home, Marat Sade y tantas otras. En cinema, El vicari d'Olot, La rossa del bar, Puta misèria, El sueño de Ibiza, El pájaro de la felicidad, Souvenir, Azaña, etc. En televisión, muchísimos espectadores catalanes lo recordarán de muchas series, pero ningún personaje suyo dejó una huella tan grande como lo hizo el 'Maurici Castro' de Nissaga de poder, donde hacía de jefe de las cavas Montsolís, mano derecha de 'Mateu' (Jordi Dauder), viudo, alcohólico, padre de tres hijos (a quienes daban vida Josep Linuesa, Eva Santolaria y Biel Duran) y cuñado de la cartera, 'Agustina' (Mercè Comes), que después vuelve a encontrar el amor con la alcaldesa de Santa Eulàlia del Penedès. Un papel que siguió haciendo en Nissaga: l'herència. Un personaje que se hizo querer mucho y que los espectadores no han olvidado.

Enric Majó, con Eduard Farelo y Mingo Ràfols en 'Nissaga de poder' TV3

Ahora, a las puertas de los 80 años, que se dice pronto (los cumple el mes de marzo próximo) ha dado repaso a su trayectoria y a su vida en una conversación deliciosa e imprescindible con Ricard Ustrell en El matí de Catalunya Ràdio, donde, entre otras cosas, ha hecho un aviso a navegantes, con el cual estamos totalmente de acuerdo: "Me vería haciendo un papel en un culebrón, si fuera con el ambiente que creamos con 'Nissaga de poder' cuando me encuentro a Biel, Mercè, Montserrat Garcia Sagués... Me he sentido reconocido en muchos momentos de mi vida, pero en otros, no. Cuando el teléfono no suena, tener la capacidad de inventarte cosas, la pintura, recitales, teatro...".

Enric Majó

También han abordado, evidentemente, su relación con un final tempestuoso con Terenci Moix. ¿"Te molesta que te sigan preguntando por él"?, le dice Ustrell. Y él niega la mayor: "No. Fueron 14 años de vida en común, un poco más, en que hubo un momento que decidí acabar esta relación, y que aquello vino una parte difícil, que ya había previsto que no sería fácil, pero que fue más difícil de lo que tenía previsto. La parte final de la relación. Sé que pasa en todas, pero tan escandalosas... A mí el escándalo no me interesa. En el escenario lo que haga falta, pero en la vida tiene que haber discreción y respeto a la intimidad. Y si eso se vulnera, jodido". ¿"Cómo era trabajar con él como pareja? ¿Tenía su dificultad, o no?", le pregunta Ricard, ya que colaboraron en algún proyecto profesional. Y en este sentido, el Terenci autor no tenía nada que ver con el Terenci pareja: "Estaba bien, ninguna dificultad... Había muchas dificultades, pero esta no lo era", reconoce irónico. "Terenci era un hombre muy creativo y se podía hablar con él, en este sentido era muy fácil trabajar con él".

Enric Majó y Terenci Moix, cuando eran pareja RTVE

Una de las cosas que le reprocha es no haber podido conocer nunca a uno de sus mitos, Pasolini. El director italiano era su ídolo, por lo que hacía y por lo que significaba, "él era la ruptura de un homosexual ante una sociedad que no estaba dispuesta a aceptarlo, en un momento muy difícil. Gran creador, intelectual, un valiente impresionante. Yo lo admiraba por eso. No lo llegué a conocer, me habría encantado". Ustrell quiere saber si intentó haberlo conocido: "Lo intenté, pero había una piedra por el medio que lo impidió, que era Terenci. Él sabía mi debilidad y admiración hacia Pasolini y... ahora entramos en un momento que..., pero te lo explicaré, es divertido. Hice 'Edip, rey,' y salía muy desnudo, salía en la prensa en los diarios, con el torso desnudo. Terenci estaba viviendo en Roma, él tenía relación con Pasolini, que al verme dijo: ¿'Quién es este tio'?, Terenci y yo todavía no nos conocíamos. Después viene a Barcelona, empieza nuestra historia y estuvimos muchas veces en Roma y no hubo manera". No se lo presentó nunca.

Pier Paolo Pasolini

Una conversación imprescindible:

Enric Majó, un actorazo, un hombre que desprende bondad y juicio, uno de los grandes. Ganas de volver a verle haciendo lo que mejor sabe.