Nos declaramos fans de la actriz y escritora catalana Estel Solé. Por su talento ante cámaras, por su talento escribiendo negro sobre blanco y sobre todo, por ser una persona que no se calla cuando ve o vive a su alrededor algunos hechos denunciables, cuando alguien se pasa de frenazo con cuestiones como el respeto o la lengua. Solé, colaboradora en diferentes medios, tiene una virtud: que no se ha callado, no se calla y no se callará nunca cuándo ve, vive u oye a su alrededor alguna cosa que la saca de quicio, alguna injusticia o alguna situación que la hace indignar. Sobre la lengua, su lengua, no piensa ceder nunca. Y bien que hace. A menudo se las ha tenido por actitudes catalanófobas. Le pasó yendo de urgencias con su hijo enfermo, le pasó comiendo en un restaurante en el Alt Urgell, o, le pasó recientemente en un bar, al pedir: "La camarera no nos entiende. Insistimos en catalán. Malhumorada contestación: 'En catalán, no'. Persistimos. Y ella, nos da a entender que le hacemos perder el tiempo. La culpa es nuestra: eso es lo que pasa cuando renunciamos conjuntamente a nuestra lengua".

Ahora ha vuelto a vivir una situación desagradabilísima en otro local de restauración, esta vez un restaurante. ¿De dónde? De la Pobla de Segur. Según ella, lo que ha vivido allí ha sido "una situación indignante y surrealista". ¿Por qué? Qué estaba haciendo?: tomar un vermú con un amigo en la terraza. "Me siento en la falda de él que me abraza para animarme. 1' después, sale el dueño y me pide que me comporte que en el restaurante hay criaturas, que los padres se han quejado." Alucinada, Estel ha entrado en el bar y ha hablado con los progenitores para saber cuál era el problema. Respuesta: "Me dicen que no se han en absoluto quejado. Pasa el dueño y le digo: '¿me puedes decir quién es que tiene un problema con el hecho de que me abracen'?. Y el dueño, me dice q es él que encuentra intolerable mi comportamiento. De mala manera y con falta de respeto me pide que salga del bar. Le dejo claro que me está tratando mal y recortando mi libertad personal. ¿Qué problema hay con el hecho de que me abrace a alguien?".

El propietario le recuerda que el local es suyo y que el derecho de admisión está reservado. "En fin, hay gente a quien un abrazo le parece un hecho violento y vergonzoso. Pensáoslo antes de ir de clientes, porque en este restaurante recortan libertades y las muestras de afecto les parecen un hecho vergonzoso hasta el punto de venir a llamarte la atención. Alucinante":