Se saludaba una y otra vez con unos tales don Pepito y don José. Hablaba del ratón de una tal Susanita, que comía chocolate y turrón y bolitas de anís. Y preguntaba con voz ensordecedora: "¿Cómo están usteeeeeedes"?. Millones de niños españoles le respondían que "Bieeeeen". Pero el que está lejos de estar bien es él. De hecho, su vida actual tiene tintes de drama.
Se llama Alfonso Aragón Sac, pero todo el mundo lo conoce por el nombre de Fofito. Junto con Gaby, Fofo, Miliki o Milikito tocaron el cielo en los años 70 y 80, vistiendo una larga camiseta roja, llevando zapatos del número 50 o luciendo un bombín y una nariz roja. Los payasos de la tele han pasado a mejor gloria. La época dorada ha quedado en el olvido. Ahora los payasos, prácticamente han quedado relegados a personajes de pelis de miedo o a diputados en el Congreso: "Los payasos somos apolíticos, pero no tontos. Ya quisieran nuestros políticos ser muy payasos. Aunque es verdad que el Congreso es un circo: los leones están fuera y los payasos dentro", explica en una entrevista para el diario El Mundo.
Un payaso es un personaje que esconde una vertiente tristísima bajo el maquillaje. Hace reír a los otros, pero siempre tienen un ademán de tragedia que echa para atrás. Y en su caso, se ha cumplido. La muerte de Miliki lo dejó K.O. Cuando murió, se asomó a un largo y tortuoso camino por la bebida: "Me dio por hacer el tonto con la bebida. Gracias a Dios, tuve a gente que me sacó. Ahora no me dejan tomar ni vinagre de vino. Tengo que echarle limón a la ensalada". En edad de jubilación, no ha abandonado aquello que más le gusta, aunque de llenar estadios ha pasado a actuar en un pequeño circo del extrarradio de Madrid ganando a duras penas cuatro reales y teniendo limitaciones: "No me dejan anunciar ni tabaco ni preservativos". Alcoholismo, tabaquismo... y también depresión, con la que ha tenido que convivir.
Eso sí, no pretende revolcarse en su desgracia y mira con optimismo la vida que le ha tocado vivir. El presente, pero también el pasado. Porque Fofito está encantadísimo de la vida con Franco: "Una vez le contaron que había uno incendio en TVE y lo primero que preguntó fue '¿Le ha pasado algo a Fofó'?". Evidentemente, considera un circo lo que hicieron con la exhumación del dictador: "Los muertos hay que respetarlos. Franco sacó a España de la miseria. Nos dio sandalias, luego zapatillas, luego una vespa y después un 600"... Quizás le dio todo eso. Lo que no le dio a Fofito es lucidez hablando de un dictador. Y eso no es cosa del vinagre de vino.