George Clooney es un genio. Guapo hasta decir basta, enorme talento como actor y director, tiene además de todas estas virtudes, otra que lo hace irresistible a los ojos de todo el mundo: un sentido del humor descomunal. Socarrón y muy de la broma, a la mínima que puede deja salir su sentido del humor con los colegas de profesión, con los medios de comunicación y con todo el mundo que lo haya tratado. Sus compañeros de rodaje dan fe, todo el mundo habla de él maravillas y dicen que es una delicia contar con él en un set de rodaje. Y ahora acaba de hacer una confesión absolutamente hilarante que ha dejado a sus fans partiéndose de risa... O haciendo otras necesidades. Pero vayamos por partes.
Después de sacar la cabeza por Roseanne, y sobre todo, de enamorarnos haciendo de médico en Urgencias, Clooney dio el salto, y de qué manera, hacia la gran pantalla, participando en películas famosísimas como Abierto hasta el amanecer, Ocean's eleven, El pacificador, La delgada línea roja, Tres reyes, Confesiones de una mente peligrosa, Spy Kids, Buenas noches y buena suerte, Syriana, Michael Clayton, Los idus de marzo o The monuments men. La sonrisa más encantadora del cine, el hombre que sólo de mirarte con una tacita en la mano y diciéndote Nespresso, ¿whats else? hace que te entren unas ganas locas de tomar café, es también una persona que toda su vida le ha gustado gastar bromas a sus amigos. Y si no, que se lo pregunten a un compañero de piso, otro actor (Richard Kind) con el que vivió cuando Clooney era un joven actor en paro.
En una entrevista con el locutor y cómico Howard Stern, ha hecho una confesión despampanante. Empieza explicando que vivía con él en un apartamento muy pequeño, dónde dormía en el sofá, después de que hubiera roto con una novia que tenía. Su amigo tenía un gatito pequeño. Kind, que estaba trabajando en el programa de Carol Burnett, se marchaba cada día hacia el rodaje, mientras Clooney, sin trabajo, se quedaba todo el día en casa sin hacer nada. Él y el gato de su compañero de piso. Explica que el animalillo, como hacen todos los gatos que viven en casas, hacía sus necesidades en el típico cajón lleno de arena, que estaba situado al lado de la taza del inodoro.
Clooney, sin otra cosa que hacer, cada vez que iba al lavabo y veía la taza llena de excrementos de gato, pequeñas bolitas allí en la arena, limpiaba el cajón, cogiéndolo con una bolsita y tirándolo a la basura, como haría cualquier persona. Pero su compañero de piso no pensó en esta posibilidad y estaba preocupado por su gatito. ¿Por qué? Porque tal como explica Clooney, "estaba sentado mirando la tele y llegó él. Fue al lavabo y dijo: 'Mi gato no está haciendo caca. Y creo que ya van tres días...". Clooney, callado, no dijo nada. E igual los días siguientes, donde la preocupación del propietario del piso iba en aumento, y más, teniendo en cuenta que el gato no salía nunca de casa. Hasta que un día, "allí estaba yo, limpiando la nueva entrega, y se me iluminó la bombilla... y dejé una enorme cagada en la caja de arena del gato"... Una deposición de un humano de 80 kilos como si fuera la de un gatito diminuto... Clooney, desencajado, riendo al recordarlo, dice que se sentó en el sofá, cara seria, como si nada, mirando la tele, cuando llegó su amigo: "Richard fue al lavabo, se quedó callado unos segundos, y empezó a gritar: ¡'Oh, Dios mío! ¡Oh, Dios mío! Mi gatito!! No te lo creerás!!... Imposible ver cómo lo explica y no empezar a llorar de risa. Vean:
George Clooney debe ser uno de los tíos más bromistas de todo Hollywood... y un peligro como compañero de piso!! 🤣🤣🤣 pic.twitter.com/cVbm2g2E0p
— Doctor Frusna (@doctorfrusna) November 8, 2022
Maravilloso.