Gisele Bundchen es una de las modelos más importantes de la historia, y los últimos años, la mejor pagada del mundo, un título que se ha ganado a pulso desfilando por las pasarelas de todas partes y siendo una de las preferidas por centenares de firmas que han visto en ella la belleza, el talento, la profesionalidad y la personalidad de las que están tocadas por una varita mágica y provocan la admiración unánime. La brasileña tiene una imagen pública envidiable, considerada como una de las tops en el mundo de las modelos y felizmente casada con el jugador de fútbol americano Tom Brady con quien ha formado una familia.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Pero su imagen privada es más desconocida. Hasta el próximo 15 de octubre. Aquel día llegan a las librerías del Brasil sus memorias desde que nació hasta sus actuales 38 años. Una recopilación de momentos íntimos y situaciones que no siempre tienen que ver con el glamour de los desfiles. "Aprendizados: Minha caminhada para uma vida com mais significado ("Aprendizaje: mi camino hacia una vida con más significado"), este es el título, toda una declaración de intenciones de lo que se encontrará en las páginas interiores. Por ejemplo, cómo le costó aceptarse a ella misma y atreverse a iniciar una carrera como modelo, teniendo en cuenta que de pequeña, "me decían que mi nariz era demasiado grande y mis ojos demasiado pequeños y que nunca llegaría a protagonizar ninguna portada de una revista".

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Años después, con portadas a montones, Bundchen ha callado más de una boca. Pero ella sigue hablando y abriendo sus sentimientos en sus memorias. Especialmente, al recordar el dramático momento en que sufrió numerosos ataques de ansiedad. Fue en plena relación con el actor Leonardo di Caprio y después de firmar un contrato millonario con Victoria's Secret por 25 millones de dólares.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Año 2003. Un vuelo privado. Primer ataque de ansiedad que la cogió desprevenida: "No lo entendía. Estaba en el punto más alto de mi carrera, lo tenía todo y no podía entender porque me sentía así de mal. No tenía fuerzas, me hacía pequeña y no podía respirar". Una sensación que se repitió demasiado a menudo. Tanto, que incluso le hizo pensar en quitarse la vida: "Pensaba que si saltaba por la ventana, finalmente sería el fin de todo y no tendría que preocuparme más de mis sentimientos y de qué mal me sentía". La modelo asegura que su pareja de entonces la ayudó, y que aprendió mucho de Di Caprio, al que le guarda un buen recuerdo. Pero lo que la hizo salir del pozo fue una visita a un especialista que le recomendó que cambiara su estilo de vida: "Fumaba muchos cigarrillos, me bebía una botella de vino al día y tomaba tres cafés como mínimo. En un solo día decidí abandonar todo aquello. Incluso, ahora tampoco tomo nada de azúcar".

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Unos hábitos abandonados y otros de incorporados, como el yoga y la meditación. Y escribir este libro: "Creo que era el momento de compartir algunas de las cosas que me hacen vulnerable y explicar por qué no cambiaría ninguna de aquellas malas experiencias que viví".