Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa llevan ya 7 años de relación sentimental. Son una pareja extraña, pero comparten ciertas características que los unen mucho: un ego enorme, mucha popularidad y un éxito inconmensurable en su actividad profesional. Ella, reina de la jet set. Él, escritor de Premio Nobel. Dos mundos bastante diferentes, o cuando menos, sobre el papel. Pero Vargas Llosa hace tiempo que se vendió a la farándula, y se mueve como pez en el agua yendo de jarana en jarana a sus 86 años del brazo de la filipina de 70. Cuando empezaron a salir (él, abandonando a su mujer de toda la vida, que se enteró por la prensa), Mario parecía molesto, fuera de lugar. Tanto glamur no iba con su personaje. 7 años después, es 'uno di noi'. Incluso organiza eventos de campanillas en los que se rodea de la España más facha, habitat ideal del chileno. Tito Mario, como le llama Tamara Falcó, la hija de Isabel. Qué bonito todo.
No se engañen, eso sí: también hay problemas en el paraíso de los ferrerorocher y de la cruzada pro-hispánica. Son dos personas veteranas, con muchas piedras en la mochila. Bien, las de Isabel son preciosas de muchos quilates, y ni siquiera las carga ella: tiene un ayudante que se las pone a la espalda. Pero vaya, que tiene unas memorias que ocuparían varios volúmenes. Su vida sentimental y su ascenso al Olimpo de las celebrities es legendaria. Julio Iglesias, Carlos Falcó, Miguel Boyer y ahora Vargas Llosa. 4 personas y caracteres muy diferentes que coinciden en una cosa: han pasado por sus brazos. Y sobre todos ellos puede explicar historias jugosas. Algunas pinceladas ha dejado en 'El Español', en una entrevista muy enjabonada.
"Los Preysler sólo se casaban con españoles", apunta Isabel. Quizás por eso no se ha casado con el chileno, claro. Desde que llegó a la España de 1969 desde Manila no ha dejado de enamorar a españoles, esta es la verdad. El primero, Julio Iglesias, el latin lover patrio. Una relación que acabó mal. Ahora bien, le abrió las puertas de la prensa rosa de par en par. También las ofertas de trabajo para ser imagen de grandes marcas. Después, con el marqués de Griñón Carlos Falcó, "se me abrieron las puertas de la aristocracia". Y de allí no ha salido más, a pesar de no tener títulos nobiliarios a su nombre (sí que lo tiene Tamara, claro, que no se pierde una). En todo caso, es con el exministro socialista de Economía con quien se deshace. De él sí estuvo realmente enamorada. Y sólo el deterioro y la muerte de Boyer puso fin a aquella historia.
Un Boyer con el que descubrió el teatro de la política. Amargo, violento, convulso... pero también lucrativo y poderoso. De Miguel dice que aprendió mucho y que estaba muy de acuerdo con sus ideas. Era del PSOE, pero vaya: no hablamos de socialismo ortodoxo, si no de aquello que es el partido de la rosa en España. En todo caso, ideológicamente está muy distanciado de su actual compañero de vida. Sí, Mario Vargas Llosa es miembro de honor de la derecha más rancia. Y este es motivo de broncas en la mansión de la pareja. "Discutimos mucho", confiesa, quizás porque la vida en la caverna tampoco le seduce demasiado. Ahora bien, aquí paz y después gloria. Que hay que posar sonrientes en las fotos, especialidad de la asiática.
Pagaríamos para sentir una de estas peleas políticas de pareja. Palomitas, que estamparía en un tuit el abogado Gonzalo Boye.