Por mucho que en los últimos años la figura de Isabel Preysler se haya convertido en una de las famosas que más controversia ha generado y más críticas negativas ha recibido, lo cierto es que durante muchos años la madre de Tamara Falcó se convirtió en una de las celebrities más top de nuestro país, entre otras cosas porque, como bien saben todos aquellos que han seguido su trayectoria durante muchas décadas, Isabel se ha rodeado siempre de lo más top en España.

Es más, como suele ser habitual en estos casos ahora que han pasado ya muchos años, empiezan a ser muchos los periodistas del corazón que no tienen ningún problema en explicar algunos de los detalles de la vida sentimental de Isabel.

Un buen ejemplo de ello es como se forjó su relación amorosa con Miguel Boyer, una relación que acabó en el inicio de un matrimonio en 1988 y que no hizo otra cosa que consolidar a Isabel como una de las celebrities más VIP en España.

El inicio de la relación entre Isabel Preysler y Miguel Boyer

Fue en la década de los 80 cuando la casa de la periodista peruana Mona Jiménez se convirtió en un punto de encuentro y de figuras muy importantes del país, encuentros en los que los famosos platos de lentejas de la periodista no eran más que una excusa para acabar realizando una serie de contactos y consolidando una serie de relaciones entre personalidades de todo tipo.

Miguel Boyer e Isabel Preysler   GTRES
Miguel Boyer e Isabel Preysler GTRES

Fue allí donde Preysler y Boyer, que entonces era uno de los hombres más importantes a nivel político en nuestro país, cuando se conocieron. En esa época los dos estaban casados, Isabel con Carlos Falcó y Miguel con Elena Arnedo, pero eso no impidió que naciera una relación que se forjó en secreto durante tres años.

En este sentido, no fue otra que la periodista Paloma Barrientos la que dio detalles en Vanitatis de los encuentros secretos de los dos: “Bajo el manto protector de los amigos, Isabelita y Miguel se ven a escondidas en un chalet de La Moraleja” o “También se encuentran en la casa de la calle Orfila de Esperanza Goizueta, en el piso de Capitán Haya de Mona Jiménez, en un apartotel de la calle Orense… Cualquier sitio es bueno para dar rienda suelta a la pasión que los consume”.