Siendo como es una de las celebrities más importantes desde hace ya muchos años en nuestro país, es más que evidente que, sobre todo aquellos que tienen a Isabel Preysler como una de sus referencias, se conoce todo o casi todo de la madre de Tamara Falcó.

Entre otras cosas porque, a diferencia de lo que ocurre con otras celebrities, Isabel, por mucho que se haya caracterizado siempre por ser una mujer discreta, no ha tenido ningún tipo de problema a la hora de conceder muchísimas entrevistas y exclusivas en las que ha dado muchos detalles de su vida personal.

Una Isabel Preysler que siempre se ha caracterizado por ser, al menos para muchas, un reflejo y un ejemplo de elegancia y de glamour, además de ser también un referente para muchas mujeres en lo que se refiere a la estética.

Como no podía ser de otra forma y como ocurre también con su hija Tamara, por mucho que Isabel siempre haya cuidado mucho su dieta eso no significa que no se permita algún capricho, una especie de vicio oculto a la que lleva más de 40 años enganchada.

El chocolate, la pasión de Isabel Preysler

Ese vicio no es otro que el chocolate. Ella misma no tuvo problema en hablar de ello en una entrevista en El Mundo hace ya unos años: “A la hora de la merienda es cuando como sándwiches, bizcochos, cookies, tartas y chocolate negro y amargo. Soy adicta a él ¡Qué rico a la taza espeso con unos churros!”.

Isabel Preysler EFE
Isabel Preysler EFE

Por su parte, la revista Lecturas apuntó también en su día que “La madre de Ana Boyer es una fanática del chocolate, hasta el punto de que lleva siempre tabletas escondidas en el bolso”. Un vicio que es más que conocido por sus hijas, entre ellas Tamara Falcó que no tuvo problema en apuntar que “Fuimos a Maldivas cinco días y ella se llevó seis tabletas de chocolate”. 

Teniendo en cuenta que el chocolate, en proporciones bajas, no deja de ser un alimento muy saludable, no es extraño que Isabel, que siempre ha cuidado mucho la alimentación y la dieta, tengan este pequeño vicio lo de sus grandes secretos. Lo que parece evidente en su caso es que, por mucho que el chocolate sea toda una tentación y que esté más que enganchada como ella misma dice, las cantidades siempre acabarán siendo pequeñas.