Jordi Díaz es uno de los actores más queridos de Catalunya. Interpretar al añorado 'Fede' de El cor de la ciutat le valió al actor de 46 años el estatus de ser uno más de la familia. Más allá del culebrón catalán, Díaz también triunfó en los escenarios catalanes siendo uno de los cuatro actores del inolvidable El método Gronholm, aparte de hacer otros papeles en diferentes series de televisión.
Pero Jordi Díaz también es muy querido en Catalunya no sólo por su trabajo, también por su carácter: siempre de buen humor, siempre amable, siempre con una sonrisa de oreja a oreja, es el invitado perfecto en un programa, porque habla mucho, es socarrón y da un buen rollo que enamora. Pero no siempre está así... Él, como todos, ha tenido algunos altibajos en la vida, golpes durísimos que lo han hundido y deprimido y de los que poco a poco se va recuperando a base de trabajo, esfuerzo y mucha fuerza de voluntad.
En una entrevista para La Vanguardia, Díaz confiesa qué ha sentido después de volver a subir encima de un escenario después de mucho de tiempo. Por sexta vez se ha puesto en la piel de un conferenciante que da cursos para entender el mundo de la pareja en un monólogo que él quiere mucho, Los hombres son de Marte y las mujeres de Venus. La Sala Aquarella la acoge hasta el 20 de junio después de un paro forzoso por la pandemia con todos los teatros cerrados. Hace poco estuvo en Blanes. Díaz no subía a escena desde febrero del 2020, más de un año alejado. Y entre eso y el tiempo que hacía que no representaba este monólogo, no se pudo contener y lloró ante todo el mundo: "Hice el monólogo, pero iba acumulando muchas emociones, y no me encontré a un buen nivel profesional; estaba desconcentrado y muy pendiente de las nuevas sensaciones. Cuando acabó el espectáculo me dirigí al público y les pedí disculpas". A medida que iba abriendo su corazón a los espectadores que tenía en frente, "me emocioné y me puse a llorar como un niño. Y el público, maravilloso, se puso de pie y me aplaudió. La emoción me pudo".
No ha sido el único momento que los últimos tiempos se ha hundido. A veces, la emoción y los momentos a flor de piel no han venido por buenas noticias, como era el retorno a los escenarios. Jordi Díaz reconoce que es una persona solitaria y que nunca ha vivido en pareja, "Yo soy un solitario. Hace más de 17 años que vivo solo. Y no lo cambiaría por nada en el mundo. No he tenido nunca la oportunidad de convivir en pareja". Pero a quien sí estaba muy unido era a su madre. Desgraciadamente, el año 2015 ella murió de un ictus, dos meses después de que él cumpliera los 40 años: "Mi madre y yo teníamos una relación muy especial. El 2015 fue un año muy difícil para mí. El peor año de mi vida. Mi madre se murió sin saberlo, de golpe, un ictus. Lo viví con mucha impotencia. Toda esta rabia es una cosa que yo arrastro actualmente". Un año donde "volví a nacer" el 13 de diciembre. ¿Por qué? Porque lo ingresaron en Can Ruti después de encontrarse muy mal, no ver bien y con el brazo inflado: "Allí me quedé. Tenía el azúcar disparadísimo (950). Me diagnosticaron diabetes y un trombo".
Díaz petó. Era la conclusión de unos meses donde, después de morir la madre, no tocaba cuartos ni horas: "Mi energía solo se concentraba en ir al teatro a hacer el espectáculo y volver a casa a no hacer nada y llorar. Entré en un infierno. No tenía ganas ni de vivir. Me abandoné totalmente. Fui consciente de que mi vida la estaba conduciendo hacia la mierda, hacia el infierno, porque no tenía ganas de nada". Ahora no se ha recuperado del todo, es consciente de cómo se encuentra y de qué siente todavía, una pena que no lo acaba de abandonar: ""el dolor, la rabia y la impotencia no se han marchado, siguen estando ahí. Lo llevo como puedo. Ahora hace tiempo que no tengo crisis graves de hundimiento". Esperemos que poco a poco recupere la sonrisa. De momento, lo consigue cada vez que sube al escenario nuevamente. Vayan a verle al teatro. Ustedes también sonreirán al hacerlo.