Josep Maria Pou lleva 50 años encima de los escenarios. Y lo celebra con el estreno de la película El reino mientras su capitán Ahab de Moby Dick continúa su exitosa cacería de la gran ballena blanca en los teatros. En una entrevista en el diario El Mundo, el actor catalán explica que "ser actor me ha hecho mejor persona. Transformarte en otros te transforma a ti".
El Josep Maria Pou intérprete disfruta poniéndose en la piel de sus personajes, pero no lo está pasando igual de bien en la piel de él mismo, el Josep Maria Pou persona, el Josep Maria Pou catalán que se ha encontrado en medio del procés. Un procés que ha afectado a la cultura catalana, que ha sufrido un paro "evidente", aportando un dato: durante el primer trimestre de la temporada pasada, con el 1-O en el epicentro, sólo los cuatro teatros de Focus en Barcelona perdieron 24.000 espectadores, "el público dejó de ir al teatro radicalmente, pendientes únicamente de la vida política del país. En Cataluña se vive un estado de angustia, incertidumbre e inquietud que no anima nada a ir al teatro, a cenar o a lo que sea. La cultura en Barcelona está pagando un peaje muy elevado por el procés".
Nombrado este año "Català de l'any", entonces, en aquella gala, ya manifestó que "muchas de las cosas que he vivido el último año no me han gustado casi nada". Ahora, ha ido un paso más allá: "ha sido un año en el que me han hecho sentir que soy un mal catalán porque no estaba de acuerdo con cómo se estaba llevando el procés ni con muchas de las cosas que se han hecho en su nombre". Quien ha sido "el Rey Lear", considera que en Catalunya reina un clima enrarecido entre dos equipos: "ellos y los malos. Cataluña vive ahora en el terreno de las emociones en lugar de en el de la razón, y eso es malo", dice un Pou que no está de acuerdo con actuar fuera de la ley, pero que no quiere decir que no se tengan que replantear algunas cosas de la relación con España. Ahora bien, "no es verdad que en Cataluña nos estemos dando de hostias desde que vamos a comprar el pan por la mañana hasta la hora de la cena".
Asume que en la red le insultan, "de hijo de puta y traidor para arriba", pero celebra que "los líderes independentistas están bajando a la realidad después de unos años viviendo en las nubes, desde dónde han engañado y mentido a muchos ciudadanos". ¿La solución? "La política inteligente y no la de votos, se va a solucionar y creo que será en un plazo razonablemente corto". Uns comentarios que han provocado la reacción en la red:
Vaya, pobre. ¿Le han dado de hostias por votar? ¿Lo han encausado por ejercer su libertad de expresión? ¿Lo han condenado al ostracismo laboral y mediático? ¿Está en prisión preventiva? ¿Exiliado?
— Astrid (@AstridHirsch) 27 de septiembre de 2018
No, pero la víctima de toda esta movida es él. https://t.co/6epG2LbMKs
El mejor actor de teatro que he visto en mi vida
— (@JordiHD883) 27 de septiembre de 2018
Toda mi admiración por su trabajo
Sus ideas políticas no le hacen mal catalán, le hacen ajeno a los catalanes
Ante este tipo de declaraciones emocionales, se me ocurren al menos dos reacciones:
— Ander Errasti Lopez (@ander_errasti) 27 de septiembre de 2018
A) Pensar que son interesadas, y por tanto despreciarlas.
B) Pensar que, se compartan o no, están ahí y, por tanto, toca explicarse mejor.
Yo tengo clara mi opción.https://t.co/ukEScy6Jrq
Claro, por eso la Generalitat le dió muy merecidamente la Creu de Sant Jordi entre otros premios o recibió un Premi Gaudí. Por ser buen o mal catalán. Qué mal todo.
— eltocapebrots (@eltocapebrots) 27 de septiembre de 2018
Josep María Pou.
El polifacético actor, habitual de los escenarios, las salas de cine y la pequeña pantalla, también reparte sin ambages hacia programas como Gran Hermano VIP.
Según él, en programas como este se refieren a algunos participantes como "gente de la farándula": "Me dan ganas de gritar 'hijo de puta' a la pantalla, con perdón. Farándula es una palabra sagrada, es la gente que forma parte de la gran familia de los actores, no aquellos que viven de la noche".