Albert Rivera se convirtió en uno de los protagonistas indiscutibles de la crónica rosa durante el pasado verano. La bomba primigenia fue que él y Malú, con quien había compartido su vida durante los últimos cuatro años, habían decidido acabar su relación poco antes del inicio de la temporada estival. Sin embargo, si una ruptura ya es bastante noticiable para los amantes del chismorreo, ya advertimos a los más desconectados de este relato de que el personaje del exlíder de Ciutadans no quedó retratado como alguien lastimero.
La prensa del corazón lo acompañaba, sin saberlo, en todos los pasos posteriores a partir peras con la intérprete de Aprendiz. Fue durante unos días que el barcelonés pasó de vacaciones en las Pitiusas que fue pillado por las cámaras de los paparazzi. Primero, solo se harían públicas unas fotografías de las cuales se podía extraer que él y la actriz Aysha Daraaui podrían haber empezado un idilio. Días más tarde, las instantáneas de la discordia lo harían estallar todo todavía más. Rivera, bañándose en el Mediterráneo con la catalana comiéndole, literalmente, la oreja.
Impacto total y alud de reacciones en la red delante de una estampa tan sumamente grotesca. El caso es que el giro de guion definitivo todavía estaba por venir, ya que finalmente resultaría que Daraaui y él solo son amigos. Muy buenos amigos y con ciertos derechos exclusivos, comprendemos. No solo eso, sino que en realidad la afortunada de ocupar el corazón del expolítico era —y es— la creadora de contenido y diseñadora Carla Cotterli. Sus fotos dándose besos los delataban, estuvieran más o menos pactadas.
En cualquier caso, ¿dónde queda Malú en toda esta historia? Imaginamos que no le hizo ningún tipo de gracia ver cómo quien hacía solo unos meses era el hombre de su vida había enloquecido de manera tan abrupta. Elegante, retirada en el sur de la península y cuidando de Lucía, la hija que tienen en común, reapareció en escena para apoyar a su ex en el tanatorio cuando el padre le murió. Demostrando la capacidad de tener sentimientos y empatía a pesar de la vorágine mediática, como también hacía en una entrevista para la revista Elle, donde hacía gala de su habitual recelo con respecto a explicar las intimidades. No sin incidir un poco en el asunto del momento, quitando peso al drama, expresando que "en ocasiones, crees en algo y luchas por ello con todas tus fuerzas. Pero a veces no se da. Y no es culpa de nadie, no es malo ni bueno, sucede sin más".
La cantante y su entorno hacían entender entonces que la decisión de partir peras venía motivada por un desgaste en el vínculo entre ambos, pero la entrevista que el próximo miércoles 6 de diciembre ofrece el Chester de Cuatro pone una cuestión mucho más clara sobre la mesa. Solo en el breve adelanto de la conversación con Risto Mejide ya se observa que, de alguna manera, traiciona sus convicciones habituales en cuanto a no hablar demasiado de su vida privada. Sobre si un hijo multiplica aquello que una pareja tiene, ella tiene claro "que sí, planteado como lo bueno y lo malo. También creo que separa mucho si las dos personas no están en el mismo sitio. Crea un mundo". Boom.
Y tanto que separa. Quién se lo iba que decir.