Joan Lluís Bozzo es una de las personas (él, y el resto de la compañía) que mejor nos lo han hecho pasar las últimas décadas, yendo al teatro a ver alguno de los maravillosos espectáculos que han parido los genios de Dagoll Dagom. ¿Y qué decir de una serie de televisión mítica que tenía miles de adeptos como el Oh! Europa? De hecho, desde hace unos meses toda Catalunya está volviendo masivamente al Teatro Victòria a ver la cuarta versión del musical más icónico y querido de nuestra casa, este Mar i Cel que por mucho que pasen los años, sigue enamorando al público que llena cada día la platea, generación tras generación. Como hizo recientemente Elena Gadel con sus dos hijos. Hablando de hijos, el director de la compañía, una de las tres patas de Dagoll Dagom al lado de Anna Rosa Cisquella y Miquel Periel, nos ha golpeado el corazón con su testimonio valiente y necesario de este jueves en el Vostè primer de Marc Giró en RAC1. El suyo y el de su hija. Los dos han mantenido una imprescindible conversación hablando de problemas de salud mental, y los aterradores datos relacionados con los adolescentes. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), seis de cada diez tendrán.

Joan Lluís Bozzo / ACN

Como Maria Pérez, de 16 años, hija de la pareja de Bozzo. Tiene solo 16 años, sufrió un trastorno de la conducta alimentaria (TCA) y hace casi siete meses que recibió el alta del centro, después de su segundo ingreso. Una enfermedad que empezó a sacar la cabeza cuando la joven tenía solo 9 años y fue víctima de acoso escolar, situación que se agravó cuando iba a cuarto de primaria. Ella misma reconoce que "tenía mucha ansiedad porque en la escuela no lo pasaba bien y cuando llegaba a casa comía todo lo que podía. También empezaron a aparecer los primeros pensamientos suicidas", dice, helando la sangre de los oyentes. Y empezó a autolesionarse: "En las redes sociales hay tutoriales, es un abismo de ideas y retroalimentación. Por eso han aumentado los casos porque es un contenido muy accesible". En casa, sin embargo, lo ocultaba todo y disimulaba las heridas. También llegaron la bulimia y la anorexia. También se provocaba el vómito. ¿Cómo lo recuerda el director teatral?: "Nos lo ocultó durante mucho tiempo. Ni siquiera sospechábamos que fuera víctima de acoso escolar ni que tenía ideas suicidas. Hacía meses que nuestra hija se autolesionaba y no lo veíamos". ¿Cuándo y cómo salió todo a la luz?: después "de una crisis muy fuerte. Mi madre tuvo una revelación, me levantó la manga y vio las autolesiones".

En aquel momento, empieza un camino muy largo por la chica y los padres. Empezando por el ingreso en un centro de Canet de Mar, tratamiento muy largo con terapias grupales, visitas con psiquiatras, terapeutas y nutricionistas y donde tenían unas normas muy estrictas. Un primer ingreso donde mejoró, pero no se implicó tanto "como lo tendría que haber hecho". ¿El peor momento? En las comidas: "Estábamos muy juntas y hay normas específicas, como limpiar bien el plato con el pan y no hacer trozos muy pequeños; y si no lo hacía bien, me lo decían. A mí me ponía negra que las compañeras me dijeran que no lo hacía bien". Primero, ingreso 24/7. Después, algún permiso para hacer salidas, como la primera que recuerda, para ir a la playa con amigos, y después, no tenía ganas de volver al centro. Maria recayó, y después de un segundo ingreso, salió el 5 de agosto pasado.

Y ahora, fruto de esta durísima experiencia, se ha hecho una necesaria obra de teatro documental, Pots ser tu, puc ser jo, basada en la lucha de Maria, que durante los ingresos en el centro escribía y dibujaba todo lo que vivía. Una obra protagonizada, además, por ella misma, y dirigida por Bozzo. Un Bozzo que reconoce que "antes de poder hablar de todo eso, primero se tiene que superar el estigma". En un principio, solo explicaron que la hija tenía un TCA en la familia más próxima, hasta que "entendieron que no había nada que esconder, que esta no era la solución". Pots ser tu, pots ser jo, se estrenó el año pasado en el Teatro del Raval y vuelve a finales de abril al Teatro Eòlia y al Poliorama. Una obra necesaria, vayan a verla: reflexionarán sobre la necesidad de romper el muro de silencio que rodea las enfermedades mentales como el TCA, combatir la incomprensión a la cual se enfrentan los pacientes y sus familiares y denunciar la falta de recursos en la sanidad pública. "Un mes de ingreso en un centro privado te puede costar unos 10.000 euros". Los costes del tratamiento son tan elevados que "hay familias que renuncian a la patria potestad en favor de la DGAIA. Dejan de ser padres legalmente y ceden al niño para que los servicios públicos se ocupen. Familias que se ven obligadas a renunciar a su hijo para salvarle la vida", Lamenta Bozzo. Terrible.

Maria y Joan Lluís, gracias por  compartirlo y hacer una obra imprescindible. Todo el apoyo del mundo.