Una de las actrices más descomunals que tenemos en Catalunya desde que decidió que quería ponerse delante de cámaras y subir encima de un escenario (decisión extraordinaria que cogió forma hace unos veinte años) es la gran Maria Rodríguez Soto. Intérprete soberbia, mayúscula, todo lo que hace lo hace bien. No solo eso, todo lo que hace te deja plantado en la butaca del cine, del teatro o en casa. Ojos como platos con sus papeles, cómo se mete al 200%, cómo le da a cada rol que aborda una veracidad como pocas actrices de su generación saben dar. Maria nos emociona, nos hace reír, nos hace sufrir, nos la creemos en todo aquello que hace, con algunas interpretaciones absolutamente deliciosas en su interesantísimo currículum profesional, con las que no para de ganar reconocimiento y premios y más premios, merecidísimos todos ellos.

La última ocasión que hemos podido disfrutarla ha sido con la excelente Mamífera, pero antes hemos tenido la oportunidad de emocionarnos con papeles sensacionales en Els dies que vindran, 100 metres, La hija de un ladrón, Las de la última fila, Los herederos de la tierra, Benvinguts a la família, Com si fos ahir y tantas y tantas otras series o películas.

Mira que nos encanta Maria, mira que no nos perdemos ninguna película en la cual aparece, mira que le tenemos devoción..., nosotros y muchísimos espectadores catalanes... Pero ahora, una confesión nos ha dejado a todos de piedra. Una revelación que nos ha cogido con el pie cambiado. Ha sido en una sección sensacional del Via Lliure de Xavi Bundó en RAC1 los fines de semana: 'El plato estrella', donde diferentes VIPS (la mayoría del mundo de la farándula, actores o actrices) van a almorzar a algún restaurante exquisito de Catalunya, mientras charlan sobre su trabajo con el director del programa y con los grandes Toni Garcia Ramon y Malcolm Otero. Una excusa perfecta para ponerse las botas con un buen festín e ir hablando de cine mientras van zampándose las bondades del establecimiento en cuestión.

Maria Rodríguez Soto / RAC1
Maria Rodríguez Soto / RAC1

Maria, a quien pronto veremos en Casa en llamas, de Dani de la Orden, donde comparte reparto con Emma Vilarasau, Enric Auquer, Macarena García, Alberto San Juan y Clara Segura, está recibiendo todavía los elogios por su papel en Mamífera, una película sobre la falta de deseo de ser madre. Y en el caso de ella, uniendo los dos conceptos, podríamos decir que los que están en llamas son muchos oyentes que este fin de semana la estaban escuchando en RAC1. ¿Por qué? Por la falta de deseo, incluso, por la aversión de Maria a un icono de la gastronomía catalana: el pan con tomate. Sorpresa generalizada en mesa cuando suelta una contundente afirmación. Le saca Bundó: "Ahora que nos empezarán a traer comida, y no tengo muy claro por qué, me han dicho que... odias el tomate". Y ella lo corrobora: "Sí. Profundamente". Bundó: "¿Pero lo odias o le tienes alergia?". Maria: "No, no, no tengo alergia. Lo odio, me da asco".

Maria Rodríguez Soto / RAC1

Maria va más allá, con el resto de comensales con los ojos como platos..., o en este caso, como tomates. Y no ahorra adjetivos: "Te lo juro. La textura me parece asquerosa, las pepitas me producen vascas y...", falta la guinda del pastel, "...cuando se unta el tomate al pan... me parece comida para patos, esta es mi teoría". Bum. Han cantado bingo. Todo el mundo alborotado. Dice Bundó, sin poder creérselo, y haciendo broma metiendo en el dedo en la llaga: "La cima de la cultura catalana es comida para patos!! Lo ha dicho Maria Rodríguez Soto. Vale, vale...". Maria aclara que "yo el tomate frito me lo como, cocinado. Yo en mi casa no me haré nunca una bolognesa en mi casa, pero me lo como. En una ensalada, si hay tomate por allí no lo cojo. A mi hija le flipa el tomate, que ya me ves a mí untando el pan con tomates para los bocadillos". Lo mejor de todo ha sido que justo decir eso, empiezan a venir los platos en el restaurante. ¿Y cuál ha sido el primero? Un gazpacho... "no lo soporto". Sensacional. A pesar de estas palabras, Maria seguirá siendo maravillosa. Ya lo decía Billy Wilder en la última frase de Con faldas y a lo loco: "...nadie es perfecto".