El pasado 10 de enero, día en que el actual president de la Generalitat, Carles Puigdemont, accedía al cargo, conocíamos también a su mujer, Marcela Topor, rumana, y periodista como él.
Su entorno afirmó entonces que se trataba de una mujer discreta y que no se dejaría ver mucho. No se equivocaban. Después de casi un año desde que es primera dama, Topor ha optado por un papel reservado, menos visible que su predecesora, Helena Rakosnik, mujer del expresident Artur Mas.
Este escaso conocimiento de la mujer del president, sin embargo, tiene fecha de caducidad. Y es que Topor ha sido la escogida de Pilar Rahola para la entrevista de Fora de sèrie en TV3, este jueves.
Periodista, amante de las lenguas e 'hija' de una dictadura
A Marcela se la ha visto poco en actos oficiales, pero esto no significa que no se haya expuesto en público. Topor, como tiempo atrás Puigdemont, trabaja de periodista.
Cuando accedió a primera dama hace cerca de un año, algunos se preguntaron si dejaría el trabajo, pero no ha sido así. Topor es la editora de la revista Catalonia Today, publicación impulsada por su marido, en que se informa y se da a conocer Catalunya en inglés. Así, presenta el programa Catalan Connections, en El Punt Avui TV, donde hace entrevistas, también en un exquisito inglés, a extranjeros que viven en Catalunya.
Topor tiene un don para las lenguas y a eso ha dedicado su vida: es filóloga inglesa y francesa. Además, aprendió catalán, antes que el castellano, muy poco después de instalarse en Catalunya. Domina al menos estos cuatro idiomas, además de su lengua materna, el rumano.
La mujer de Puigdemont nació hace 39 años en Iaşi, ciudad en el nordeste de Romanía, muy próxima a la frontera con Moldavia. Creció en un país inmerso en la dictadura comunista de Nicolae Ceaușescu, por lo que tuvo que sufrir calamidades, como por ejemplo las colas de horas y días para acceder a la comida.
Tras cursar los estudios de filología, quiso descubrir mundo -interés y afición que comparte con Puigdemont- hasta llegar un día, por casualidad, a Catalunya.
¿Cómo se conocieron Puigdemont y Topor?
Mars, tal y como la conocen los suyos, llegó a Girona en el año 1998 con un grupo de teatro para participar en el Festival de Teatre Amateur de Girona, donde representaron El Rey está muerto, de Eugène Ionesco.
Allí conoció a Puigdemont. Charlaron, tomaron algún café, pero siempre acompañados de terceros. Ella volvió a Romanía, sin que perdieran el contacto. A falta de Whatsapp, el teléfono y las cartas fueron el vínculo entre ambos, con algún encuentro añadido en algún rincón de Europa.
Al cabo de dos años ya estaban casándose en Roses, en una ceremonia íntima oficializada por el entonces alcalde de la ciudad Carles Pàramo. Posteriormente, repitieron el compromiso en Rumanía por el rito ortodoxo.
A partir de ahí, el matrimonio ha tenido dos hijas, Magalí y Maria. "Me gustan los nombres de mujer que empiezan por Ma", ha confesado el president en alguna ocasión. Pues ahora vive con tres.
Sobre Marcela, Puigdemont se ha pronunciado poco y, como se puede suponer, todo son buenas palabras: "Es una persona muy inteligente, muy sensible y tiene muchos talentos".
Cuando Puigdemont se convirtió en president, la pareja decidió quedarse en Girona, a pesar de haber vivido un tiempo en Barcelona en el pasado. Lo hicieron, sobre todo, por sus hijas.
"Decir que esto [la presidencia] no es un revuelo para la familia, sería mentir. Pero todos somos conscientes de que hay que hacer lo que haga falta para sacar adelante el país", afirmó el president en una entrevista en el grupo mediático donde trabaja su mujer.
No parece una confesión cualquiera. Y es que Marcela Topor, además de todo lo que se ha explicado, también es una ferviente partidaria de la independencia de Catalunya. Y desde mucho antes de que se iniciara el procés.