Núria Gago tiene aquello que sólo tienen algunas actrices tocadas por una varita mágica. Como dirían en Andalucía, duende. Hay intérpretes que dejan al espectador enganchado a la pantalla por su talento y por su trabajo. Y hay otros que suman un intangible, un nosequé que transmiten que te llega a las entrañas. Gago es de estas. Y por lo que se vio este lunes por la noche en Al cotxe! de TV3, también provoca lo mismo cuando se despoja de personajes y es ella misma.
El público catalán la recuerda por sus papeles en El cor de la ciutat, Kubala, Moreno i Manchón o Cites en TV3. Pero también la hemos podido disfrutar en Mira lo que has hecho o Amar es para siempre. Sobre amar se habló, entre muchos otros temas, en una conversación deliciosa con Eloi Vila. También estrena el filme Siete razones para huir, con David Verdaguer, y por lo que le oímos decir, por muchas razones que tenga, ella no es de las que huye, sino de las que afronta los problemas de cara. Y razones para huir ha tenido: "¿No has huido nunca de ningún lugar?", le pregunta el presentador. La respuesta es de las más brillantes que se han oído en el coche: "Si huyes de algún lugar, las cosas sin solucionar van contigo". Reconoce que cuando tiene problemas, se lo toma con humor y filosofía: Dime qué tipo de terapeuta necesitas y te daré el teléfono. Cuando necesito ayuda, la pido".
Ayuda como la que buscó para solucionar un luto. Y más, en unas circunstancias difíciles. Cuando tenía 11 años, su madre murió víctima de un cáncer de pecho: "De mayor sientes unos ciertos miedos y unas carencias fruto de un susto infantil. Entonces no tenía las herramientas, y de mayor, me hace mucha pena que pasara, pero no quería que me privara de alegría. El tiempo que viva quiero hacerlo ligera y lo más feliz posible", desea una Gago que se crió con su abuela y su padre.
Precisamente el hecho de haber crecido con sólo la figura paterna, "mano a mano con él", hizo que no tomara conciencia de feminismo hasta que no conoció a su gran amiga Letícia Dolera: "Había muchas cosas que había normalizado y que convivía sin pelearme con ellas. Ahora intento ser más crítica". La conversación deriva en si alguna vez se ha encontrado con alguna situación de acoso. Y por desgracia, ella tampoco se ha librado de una experiencia desagradable, condenable y lamentablemente, a la orden del día. Metro de Madrid. Año 2003. Ella, una joven recién llegada rodando su primer filme. Cargada con bolsas, cuando quiso abrir el vagón, choca con un chico que quiere hacer lo mismo. Él le sonríe y le dice que adelante, que pase. ¿Qué sucede cuando ella tiene una mano en la palanca y la otra en las bolsas?: "Me puso las manos allí y me apretó... Me quedé bloqueada. Bajé rápido y pensando: '¿¿me acaba de pasar eso??', ¿¿Por qué??'".
Gago le decía a Vila que es una eminencia en terapeutas. Lo que es terapéutico es degustar cada lunes este programa, y más con invitadas como ella. Tal como dice su segunda novela, Quiéreme siempre. Con ella parece fácil. Se hace de querer.