Una de las cosas que más nos gustan de los famosos es cuando se ponen nostálgicos, cogen su álbum de fotos, le sacan el polvo, y empiezan a mirar cómo eran y qué sueños tenían cuando eran niños o adolescentes. Es un ejercicio muy recomendable que muchos actores y actrices catalanes hacen de vez en cuando. Imágenes impagables de una época en la cual ni soñaban, o sí, convertirse en quien son ahora. Uno de los últimos en hacerlo ha sido el gran Octavi Pujades. El queridísimo actor catalán comunicó hace unas semanas una triste noticia, la muerte de su adorado padre, un hombre entrañable que conocimos durante el confinamiento, cuando el actor se fue a vivir con él para cuidarlo y le hacía divertidas fotos haciéndolo participar de sus montajes.

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Octavi Pujades y su querido padre, en paz, descanse / @octavipujades

El intérprete de Sabadell, de 47 años, lleva muchos años siendo uno de los rostros más habituales en muchas series del país. La lista es larga, y en ella hay éxitos en producciones como Al salir de clase, El cor de la ciutat, La riera, Amar es para siempre o Centro médico. En un principio, Pujades se licenció en Medicina y Cirugía e hizo el examen MIR, pero poco después le vino el gusanillo de la interpretación y después de hacer algunos cursos, debutó en la tele a los 24 años. Diez años atrás, ni se imaginaba que él, en un futuro, también subiría encima de un escenario como uno de sus ídolos de juventud. Él mismo ha publicado una foto sensacional, donde a primera vista, cuesta reconocer, aunque ya entonces tenía su característica sonrisa de buena persona.

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Octavi Pujades / @octavipujades

Año 1988. Cara de niño bueno, de no haber roto nunca un plato, o como él dice, "¿A qué se debe esta cara de susto y postura de haberme dado un pasmo de mi yo de 14 años?". Él mismo responde: "Pues se debe a que estaba flipando en colorines".  ¿Por qué? Por tener en las narices uno de sus ídolos, un mito, y no poder apartar los ojos de él."Resulta que varios miembros de mi familia trabajaban en la ONCE (entre ellos la tieta y el patriarca), y esa organización era uno de los espónsores principales del concierto que dio Bruce Springsteen en el Camp Nou de Barcelona en 1988. Mi primer concierto, y me estreno así; madre mía, qué espectáculo. Casi cuatro horas de rock del bueno atronando mis puberes oídos... Igual por eso ahora estoy medio sordo". Un concierto memorable, este:

A pesar de la experiencia, sin embargo, "De todas maneras debo reconocer que, a pesar de esa magnífica primera experiencia, nunca he sido mucho de conciertos. Me agobian las aglomeraciones, llegar y salir del sitio es un cristo y, por mucho que peten los bafles del evento, sigo pensando que la música se escucha mejor en casita con un buen equipo de sonido. O igual no, pero me justifico porque, en el fondo, soy una planta de interior. ¿Vosotros? ¿Más de botar en la pista o de auriculares en el sofá?". Suscribimos punto por punto lo que dice el bueno de Octavi. Y desde En Blau le emplazamos a seguir rebuscando entre los álbumes de casa y mostrar más imágenes sensacionales como esta a sus seguidores.