Octavi Pujades es un tipo de aquellos que te apetecería poder conocerle, ir a hacer una birra o un café con él y hacerte amigo suyo. Desprende una bondad que desarma, tiene una de aquellas sonrisas sinceras que te llenan y parece buena persona no, lo siguiente. Espléndido actor a quien hemos visto en numerosas series u obras. Tomen nota: Happy House, Al salir de clase, El cor de la ciutat, Lalola, Hay alguien ahí, La Riera, Amar es para siempre, Ciega a citas, Centro médico, Cuerpo de élite o Acacias 38, por poner solo algunos ejemplos. Pero más allá de su talento interpretativo, lo que también enamora de él es su carácter. Buena gente hasta decir basta, con una pareja y dos hijos a los cuales adora, dicen los que le conocen que nunca tiene un no por respuesta y que siempre está dispuesto a ayudar cuando alguien lo necesita.
Él fue uno de los nombres propios durante la pandemia. ¿Por qué? Porque cogió las maletas y se fue a vivir con su nonagenario padre Joan, para que no estuviera solo durante el confinamiento. No solo le hizo compañía y lo cuidó, sino que también lo hizo protagonista de algunas imágenes absolutamente preciosas e hilarantes, haciendo caras, disfrazándose o participando de las creaciones de su hijo. Por eso, cuando hace unos meses comunicó su muerte, a todos se nos encogió un poco el corazón.
Viendo el buen carácter que tiene él, cómo emociona al lado de la gente que quiere, tenemos claro que la cosa le viene de familia y que su padre lo educó de maravilla e hizo que su hijo se convirtiera en el buen tío que es hoy en día. Un padre que desgraciadamente nos dejó hace un año, pero de quien hoy Octavi se ha vuelto a acordar, después de recibir una visita emocionante al teatro donde ha estado trabajando estos días. Pujades se encontraba en el Gayarre, en Pamplona, haciendo una obra que lo está petando por todas partes, el musical de El Guardaespaldas, donde él hace el papel que popularizó Kevin Costner en la gran pantalla:
En esas que oye, antes de empezar la última función en la capital navarra: "Hay un perro en el teatro". Y después, un compañero va al camerino y le dice: "hay alguien que te espera fuera y te quiere saludar". Él, sorprendido, especialmente por la presencia canina, sale y se encuentra fuera con una señora con su perro lazarillo. La mujer oye su voz, sonríe, y le dice que había sido alumna de su padre, "que me conoció cuando yo era muy pequeño y que no sabía si me acordaría de ella...". Y vaya si se acordaba: "más de cuarenta años más tarde, Carmen está igual; pero además mi padre se acordaba mucho de ella porque fue una de sus mejores y más queridas alumnas". Y es que el padre de Octavi era profesor de rehabilitación en un centro para ciegos de la ONCE. "Cada tres meses llegaba una nueva remesa de alumnos, y allí aprendían a manejar el bastón, a cocinar, a orientarse, braille... Pero, sobre todo, tomaban conciencia de que eran ciudadanos completamente válidos para llevar una vida plena y autónoma. Da gusto, tantos años después, revivir el cariño que Carmen, y todos sus alumnos, le tenían a mi señor padre".
Y también da gusto ver con cuánto afecto, cariño, respeto y bondad ha hablado Octavi nuevamente de su padre, pero ahora también de Carmen, que fue al teatro. Una historia preciosa y conmovedora. Octavi Pujades, maravilloso. Alguien a quien decirle lo que cantaba Whitney Houston en El Guardaespaldas: "I will always love you".