La cantante canaria Raquel del Rosario irrumpió con fuerza en el mundo de la música hace unos cuantos años, cuando, capitaneando al grupo pop El sueño de Morfeo, estaba en todas las salsas con sus temas de melodías sencillas y que se enganchaban fácilmente.

Dúos con Nek, Álex Ubago, Maná, representando a España en el festival de Eurovisión, discos, y un single tras otro desde aquel lejano e inicial Nunca volverá.

En el terreno personal, Del Rosario saltó a las páginas rosas de las revistas por su matrimonio y posterior separación del piloto Fernando Alonso. Después de la ruptura, se casó en el 2013 con su nueva pareja, Pedro Castro. Con él han tenido dos hijos, Leo y Mael, de siete y cinco años de edad.

Hace un tiempo, conmovió a sus seguidores al sincerarse sobre el Trastorno del Espectro Autista (TEA) que sufre uno de sus hijos: "Leo no dijo ni una palabra hasta casi los cuatro años. Si, ese primer 'mami' se hizo mucho de rogar". Y ahora, ha vuelto a emocionar por lo que ha explicado de su otro hijo, Mael.

Raquel del Rosario / @raqueldelrosario

Tal como ella misma avisa con un texto conmovedor en redes, "Siempre he dicho en tono de broma que algún día, los ángeles de la guarda de mis hijos dimitirían por estrés". ¿Por qué? Por los momentos al límite que le hacen vivir, pero que no hacen más que afianzar el amor que siente por ellos y cómo daría la vida, literalmente, por sus pequeños tesoros.

Porque la cantante acaba de revelar qué pasó en el jardín de su casa en California, donde vive con su familia. Un aprieto durísimo que la llevó a ir al hospital y pensar si "De camino al hospital con Mael herido en brazos me preguntaba si realmente su ángel de la guarda lo había abandonado aquella mañana del 26 de agosto".

Raquel del Rosario y sus dos hijos / @raqueldelrosario

Porque al pequeño Mael lo atacó un puma. "Unos milímetros más y no lo hubiese logrado”, le dijo el doctor. "Supe entonces que su ángel no se había ido, estuvo ahí, sosteniendo esos milímetros que separaban la vida de la muerte". El niño le dijo que iba a buscar fruta a un árbol del jardín. Pero poco después, a Del Rosario se le heló la sangre: "El grito que escuché segundos después aún sigue resonando en mi cabeza, al igual que la imagen que vi al girarme. Un puma se había avalanzado sobre el y lo hería ferozmente con sus zarpas".

"Inmediatamente dejé de percibir el mundo, aún hoy no logro entender como atravesé el jardín en milésimas de segundo o de dónde provenía la fuerza que me hizo golpear repetidamente al animal con mis puños hasta quitárselo de encima". Y así fue como le salvó la vida a su hijo pequeño, a puñetazos contra la fiera.

Raquel Rosario, que salvó a su hijo de las garras de un puma / @raqueldelrosario

Justo en aquel momento, cuando se acercaba un segundo puma, llegó su marido y pudieron salir pitando hacia el hospital.  "Mi corazón se rompió por completo cuando le vi salir de la cirugía. Toda la fuerza que aquella mañana me había invadido se esfumó dejándome completamente indefensa ante un dolor que desconocía por completo. Me invadió el miedo".

Afortunadamente, tres días después salió del hospital, con el niño sano y salvo, y muy consciente de que “Mami, ya no voy a volver a por la fruta para que no se enfade el tigre”,  como le dijo el pequeño a su madre, dejándola emocionada y sin palabras.

Así le quedó la espalda al hijo de Raquel del Rosario después del ataque de un puma / @raqueldelrosario

Por suerte, pasado el susto, su hijo le ha quitado hierro: "Es admirable como lo ha llevado y lo rápido que han ido sanando sus heridas".  ¿Qué pasó con el animal, que continuaba en el jardín cuando volvieron del hospital? "Siguiendo el protocolo que dicta la ley de California, se vieron obligados a sacrificarlo. Nos hubiese gustado que el desenlace con respecto al animal hubiese sido otro, pero esa decisión no nos correspondía a nosotros".

De Rosario, en aquel momento, vivió otro momento intenso, cuando vio desde la ventana cómo volvía al jardín otro puma, hermano del sacrificado, con la madre de los dos:  "Ella se posicionó junto al cuerpo sin vida de su hijo e intercambiamos una mirada de dolor que jamas olvidaré (no se pueden imaginar los sueños que he tenido con ella)".