¿Dónde empieza Torrente y dónde acaba Santiago Segura? A menudo los espectadores confunden realidad y ficción. Persona y personaje. Segura con el grasiento personaje facha, machista, homófobo, racista y casposo que llevó a las salas de cine a más de 13 millones de espectadores. Lo confunden por el aspecto, con la obviedad de que quien interpreta al polémico ex policía es el mismo actor y director. Pero el problema viene cuando quien hay detrás del personaje dice alguna torrentada. Recordemos que el mismo Segura ha hecho la misma petición desde hace mucho tiempo: que no le encasillen con Torrente.
Pero leyendo sus últimas declaraciones, uno podría pensar que él mismo tampoco ayuda. Entrevista para la sección Papel de El Mundo. ¿Motivo? La última película de Segura, Sin rodeos, la primera que dirige sin su icónico y mugriento protagonista. La conversación deriva sobre el tema que cierne encima del cine actual, los acosos sexuales a raíz del 'caso Weinstein' y el movimiento #metoo. "En España creo que no hay un Weinstein. Su caso, incluso en Estados Unidos, fue muy brutal. Es como un asesino en serie, casi. Hay un patrón de acoso". Profundizando en la cuestión, el director de Carabanchel suelta una de aquellas frases que se tienen que leer dos veces: ""pero hay que dejar claro que no es lo mismo un sobón que un acosador, violador o abusador. Esos son delitos tipificados". Pam. Ojos como platos. "Ahora mismo, no me imagino a un tío tocando a una chica y diciéndole: 'Tú aquí podrías progresar mucho'. Al momento, la chica diría: 'Perdona chato, si estás insinuando algo se te va a caer el pelo'. Eso es positivísimo", añade.
Segura, según el periodista, es consciente del jardín en el que se ha metido. Un jardín similar al que entró el escritor Javier Marías hace unos días. En este caso, el director quería justificar lo que pasa en su nuevo filme, donde el personaje de Maribel Verdú tiene un jefe (David Guapo) que es un inútil y que magrea a la trabajadora. "Sobón, sí, pero no es desagradable", dice Segura, que añade que la producción de la película fue anterior al movimiento en defensa de las mujeres acosadas que empezó en Hollywood: "Cuando rodamos, todo esto no existía. Cuando la gente ve la película puede pensar 'hostia, qué actual', pero sólo es oportuno, no oportunista". Dice que hoy en día también se escuchan frases a mujeres como 'oye, arréglate un poquito' que nunca se le dirían a un hombre... "Eso es un micromachismo, pero no se puede entender como acoso".
El cineasta también entra a analizar la figura de otro director, Woody Allen, y la duda que se ha instaurado encima de su cabeza desde que hace años inició una relación con la hija adoptiva que tenía conjuntamente con la actriz Mia Farrow. "¿La parte mala del #metoo? Que se radicalice. Querer quitar la estatua de Woody Allen de Oviedo me parece exagerado. Es un hombre que ha sido juzgado por una cosa, ha sido absuelto y aquello está lejísimos. Yo, por ejemplo, puedo pensar que Allen es un sátiro porque tiene cara de viejo verde y otro señor puede pensar que Mia Farrow es una manipuladora loca. ¿Quién tiene razón? Pues yo qué sé. Yo no me meto a opinar en esa película sobre cosas que no tengo ni la menor idea. ¿Qué puedo juzgar de Woody Allen? Su obra".
Desde el descalabro Weinstein, muchas personas de la industria del cine, hombres y mujeres, han revisado comportamientos echando la vista atrás. Él también: Yo también lo he hecho. Aunque me considero muy tímido". ¿"Más concreción"?, le rebate el periodista. "La belleza siempre me ha atraído. Yo veo a una chica guapa en el bus y me llama la atención. Antes me quedaba mirándola. Ahora no lo hago, por si mi mirada la pudiera violentar. Ahora la miraría de reojo si eso, porque he oído de primera mano que es desagradable y violento que alguien te mire fijamente".
Sin rodeos, que se estrenará pronto, habla de la conciliación familiar, las tendencias sociales de hoy en día y el machismo. Y lo hace en clave de comedia. Hay, sin embargo, a quien no le ha hecho nada de gracia leer estas declaraciones.