Amor, amor, amor. Lo cantaba Lolita y lo llevan por bandera Tamara Falcó e Íñigo Onieva. Ya hace más de tres meses que se casaron, en uno de los enlaces más comentados del año. Y no precisamente por motivos envidiables, ya que si alguna cosa caracterizaba su relación en los meses previos a la celebración era el desastre constante. Unos cuernos kilométricos que la Marquesa de Griñón por todos los medios de comunicación y que él, en primera instancia, negó. Después, las reconocía. Después, se reconciliaban. Ahora ya son marido y mujer y se dedican a su hobby por excelencia: no hacer nada.

Nunca está de más apuntar que, en realidad, solo son tranquilos en el ámbito laboral. Eso y que las empresas están encantadas de regalarles cositas y viajecitos. Primero la luna de miel en Sudáfrica y mil y un lugares más, pero después más vacaciones. Las últimas en las Pitiusas. En Ibiza, concretamente. Todo pagado e imágenes exclusivas en el Diez Minutos. Una semana más con portadas que demuestran que, si para alguna cosa tienen traza, es para ser noticia con motivo de su ostentoso estilo de vida.

Antes de que la revista publicara el reportaje en el que se les ve dándose los besos más asépticos de la historia de la humanidad mientras se levantan de unas tumbonas de la playa, la ganadora de MasterChef Celebrity ya hacía saber de su paradero a través de las redes sociales para el deleite de su millón y medio seguidores. Entendemos que no por voluntad, sino porque les ha salido gratis y es una más de sus campañas publicitarias. A cuerpo de reyes, pero cabe decir que no muy encantados. Aunque ella escribe que "ojalá volvamos muy pronto", nosotros lo ponemos en duda. Dinámicas que no denotan un amor excesivo y foto de un beso extraño que vuelve a lucir forzado. No por Tamara, a quien vemos muy implicada y lanzada en el gesto. Es él. Mucho más seco.

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El beso en cuestión. / Instagram

A este ritmo no serán padres nunca aunque anuncien a bombo y platillos que tendrán hijos inminentemente. Por la vía convencional está claro que no, ya que ninguna ilusión desmesurada les invade el cuerpo. Simplemente, se limitan a rememorar que se han casado día sí y día también en sus perfiles públicos. Con todo, la estampa recuerda de manera inequívoca a las imágenes de sus días a Bora Bora, a la Polinesia Francesa. También se besaban sin ningún tipo de gracia en un vídeo impostado como pocos habíamos visto en el pasado. Misma interpretación: Falcó acaramelada, y Onieva con la mano en el bolsillo. Interés nulo.

Nunca las campanas del amor que Mónica Naranjo referenciaba habían resonado tan poco.