Hace unos días una de las noticias más importantes que tuvimos, en clave política, fue la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, fallando a favor de los intereses de los exiliados independentistas. El alto tribunal europeo admite que Bélgica niegue la euroorden del juez Pablo Llarena si cree que vulnera derechos fundamentales de Lluís Puig, Clara Ponsatí, Toni Comín o Carles Puigdemont. Los diarios españoles, no se podía saber, vendieron la moto como una victoria del juez instructor Pablo Llarena. Lo cierto, sin embargo, es que "La prensa española no sabe leer, o todos son burros o se dejan enredar". O las tres cosas al mismo tiempo, tal como definió de manera rotunda Pilar Rahola. La escritora, además, añadía que "Leída la sentencia del TJUE, es un nuevo éxito del exilio catalán. Es la base de la sentencia del próximo mes de marzo sobre la inmunidad de los tres eurodiputados. Esto de hoy empuja que vaya bien en marzo. La sentencia de hoy le dice al Llarena que puede hacer más euroórdenes, pero es una victoria pírrica de Llarena, que tenía que ganar al 100% o pierde. Llarena había dicho que un miembro de la UE no puede discutir una euroorden de otro país de la UE por un principio de confianza. Lo que dice el TJUE es que Llarena puede hacer euroórdenes siempre y cuando sean proporcionadas. Crea un precedente extraordinario para los exiliados catalanes para crear la base para denegar las euroórdenes. Hasta ahora se creía que las euroórdenes no se podían denegar pero jueces europeos jóvenes empiezan a decir que hay que preservar los derechos fundamentales".
Como decíamos, sin embargo, en las españas han corrido a considerar a Llarena como una especie de héroe Marvel. Nada más lejos de la realidad. Pero los altavoces de los medios españoles ya van haciendo su trabajo. Como por ejemplo, el perfil que dibujan en el diario El Mundo sobre el juez, presentándolo como una especie de Easy Rider, con chupa de cuero y motorizado. Claro está que lo más pelota es lo que escriben de él. Empezando por el texto de entrada, un traje a medida del magistrado español, a quien definen como "baluarte de la ley contra los sediciosos del 1-O, perseguidor infatigable de Puigdemont y el resto de los fugados. Y cómo su familia tuvo que ser rescatada de madrugada de Cataluña por carreteras secundarias ante un 'inminente ataque' de los independentistas. El Tribunal de Justicia de la UE acaba de darle la razón. En algunos restaurantes arranca aplausos espontáneos de gente que le reconoce... y le invita"... Vaya, como si fuera una estrella del rock.
Dentro, la cosa sigue haciendo vomitar: "Ha sido un triunfo de la justicia española, vindicada ante Europa en su lucha para juzgar a los cabecillas de la intentona golpista de 2017. La victoria en los tribunales, que fulmina un lustro de desinformación y bulos, subraya el trabajo quirúrgico de un penalista que huye como del lobo de la condición de juez estrella". O ""Llanero solitario a ratos, aunque él se sienta respaldado. Es una persona muy correcta y amable". Un tufo de servilismo que echa para atrás. Claro está que nada comparado con los cuatro palmeros que han salido rápido de la cueva para darle unos golpecitos en la espalda. Y entre estos, algún político y diputado catalán que ha visto la oportunidad de tener su minuto de gloria. Como Nacho Martín Blanco, diputado de Ciudadanos en el Parlament de Catalunya.
Rápidamente, y dado que si no, el partido naranja pinta menos que Jacinto en la boda, que era el novio y no estaba invitado, el político de Cs ha ido rápido en hacerle un traje de saliva al juez Llarena y al artículo mencionado. Escribe Martín Blanco que es "Imprescindible esta semblanza del juez Llarena, ejemplo de entereza y símbolo de la dignidad del Estado democrático de Derecho frente a los totalitarios que intentan liquidarlo". Poco después, sin embargo, un querido actor catalán lo ha puesto en su sitio. El gran Toni Albà, siempre dispuesto a recordar a los miembros de Ciudadanos toda la tirantez, crispación y basura que ellos han dejado caer en Catalunya, ha hundido al político con muy pocas palabras, definiendo qué le parece esta nueva demostración de vasallismo con la justicia española: "El sapo que se ha tenido que tragar es tan grande que ya solo hay que esperar que lo ahogue". La red también se ha pronunciado:
No se puede añadir nada más.