A Juan José Padilla, un toro le hirió de gravedad en el cuello en el año 2001. Diez años después, en el 2011, una cornada en una corrida le hizo perder un ojo.
Ahora, el torero ha vuelto a ser noticia por otra imagen aterradora. Plaza de toros de Arévalo, en Ávila. El cuarto toro de la tarde, con el pomposo nombre de Garcigrande (¿¿quién se dedica a bautizar a los animales con estos nombres??) embiste al de Jerez y con el pitón le arranca el cuero cabelludo de la parte derecha de la cabeza. Un escalofriante momento que puede herir la sensibilidad del lector.
El diestro quedó conmocionado y fue trasladado hasta la enfermería, donde le cosieron con más de 30 puntos de sutura y ahora está pendiente de que le hagan un tac y un escáner para saber su evolución. Desde el incidente, las redes se han incendiado, por una parte, entre los que la han llenado de memes más sangrantes que la cogida o los que han vuelto a recordar la barbarie que significan los toros. Y de la otra, los que se han puesto el traje de luces para defender a capote y muleta a los toreros. Una lucha encarnizada con el eterno debate de fondo de sí se tendría que prohibir definitivamente esta "práctica", por llamarla de alguna manera suave.
Padilla ya lleva tres avisos serios, con la pérdida de un ojo incluida. Pero seguro que no tardaremos en volver a verle en una plaza toreando. Mientras tanto, y como dice este último tuitero, muchos toros seguirán muriendo.